lunes, 2 de septiembre de 2019

Las revistas de ciencia ficción (V): la "Asimov Ciencia Ficción" mexicana, por Luis Pestarini


 Entre las numerosas versiones en español de la revista estadounidense Asimov’s Science Fiction, tal vez la menos conocida sea la mexicana Asimov Ciencia Ficción (luego Asimov Ciencia Ficción en español), publicada por El fisgón del universo. Esta editorial fue creada y financiada por el psiquiatra José Zaidenweber Cwilich (1930-1995), que mostró un tardío interés en la ciencia ficción.
A lo largo de 15 de los 16 números publicados entre 1994 y 1999 se serializó la novela El festín de los egos de Zaidenweber, publicada originalmente en 1985. A la muerte de este último lo sucedió en la dirección de la revista Salomón Bazbaz Lapidus, conocido como promotor de la cultura mexicana y el arte indígena, con reconocimiento internacional.
Esta versión del Asimov’s Science Fiction es, tal vez, la que más se parece en formato (19 x 12,5 cm) y diseño interior a la original, pero su contenido resalta por tener un fuerte componente mexicano, en particular en las columnas sobre cine, libros y noticias. Los primeros números, aproximadamente hasta la octava edición, están compuestos mayormente por relatos extraídos de la revista estadounidense, incluyendo unos cuantos que nunca fueron reeditados en español. En estas ediciones sólo un cuento por número está firmado por un mexicano, entre ellos algunos de los más prestigiosos autores del género en su país como José Luis Zárate y Gerardo Porcayo. A partir de la novena edición el origen del contenido se equilibra y, en los últimos tres números, se invierte: sólo una traducción y el resto relatos de autores mexicanos. Estos últimos colaboraban con historias de nivel muy desparejo, pero con puntos altos como “Imágenes rotas, sueños de herrumbre”, de Porcayo (nº 7), “Perro de luz” de Gerardo Sifuentes (nº 13) o “Se ha perdido una niña” de Alberto Chimal (nº 15).
Los volúmenes mantuvieron un diseño consistente a lo largo de todas las ediciones, pero la cantidad de páginas varía de número a número, oscilando entre las 144 y las 200. Las primeras ediciones están fuertemente marcadas por la obra de Asimov, que había muerto un par de años antes de la publicación del primer número: a editoriales y cuentos en homenaje, también deben sumarse tres cuentos y un artículo de su autoría en los primeros cuatro números.

En su conjunto Asimov Ciencia Ficción reúne cuentos y algunos artículos de perdurable interés. Aunque no hay una línea editorial muy consistente que articule las obras originales de la revista estadounidense con las de autores mexicanos (y algunas curiosidades, como textos de Horacio Quiroga y Miguel de Unamuno), se podría realizar una buena antología seleccionando lo mejor de ambos mundos, incluso si contamos únicamente con relatos que fueron publicados únicamente en sus páginas. Menciones aparte merecen cuestiones como las traducciones y la corrección tipográfica, que se fueron degradando fuertemente hacia los últimos números, al punto en que “Why the World Didn't End Last Tuesday” de Connie Willis se convirtió en “Por qué el mundo no termino el pasado jueves” (nº 10). También se puede prescindir de la mayoría de los cuentos ultracortos que pueblan las páginas, que no son más que chistes sin mucha gracia.
Sin embargo, podemos sumar a los cuentos de autores que ya mencionamos, otros de valor que sólo se pueden leer aquí  en español: “Niño del vudú” de Lewis Shiner (nº 2), “Por siempre, dijo el Pato” de Jonathan Lethem (nº 3), “El franquicia” de John Kessel (nº 5), “La virgen y el dinosaurio” de R. García y Robertson (nº 7), “Protección” de Maureen McHugh (nº 8), “El hombre abeja” de Mary Rosenblum (nº 8), “Un lugar de honor”, Pat Murphy (nº 9), “La gran medusa” de Bruce Sterling y Rudy Rucker (nº 9), “Ellie” de Jack McDevitt (nº 11), “Rata” de Mary Rosenblum (nº 14) y “Taklamakan”, de Bruce Sterling (nº 16).
En cuanto a la disponibilidad de la revista, en Argentina prácticamente no tuvo distribución: apenas algunos de los primeros números terminaron en librerías de saldo por alguna carambola de distribución. Probablemente no haya tenido casi distribución fuera de México, por lo que es muy difícil de localizar ejemplares, pero en su país de origen no parece difícil de encontrar.
Luis Pestarini


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