viernes, 5 de noviembre de 2021

Cinco hombres en Marte, de Fernando Hugo Casullo, por Luis Pestarini

Un auténtico descubrimiento literario es esta novela presentada por Ediciones Ignotas en su colección Los exhumados: una auténtica narración pulp de ciencia ficción argentina. Su autor, Fernando Hugo Casullo, dejó más rastros como lunfardista que como novelista, y está claro el por qué. Su escritura es extremadamente torpe (y eso que se anuncia en el libro que se corrigieron y eliminaron los errores y ripios más relevantes) y esto también lo acerca a la literatura pulp que se estaba publicando en los Estados Unidos en simultáneo.

Cinco hombres en Marte apareció en el número 346, de febrero de 1943, de la revista Figuritas, la revista del escolar, pero esto no debe confundirnos: no es literatura infantil, como no lo fueron los pulps anglosajones. La historia cuenta sobre el viaje a Marte de cinco argentinos en una nave espacial llamada “Argentina” impulsado por un novedoso elemento, el gentilo. De capítulos cortos, tiene un ritmo frenético y un despliegue de la imaginación que para su época seguramente fue muy sorprendente, pero a los ojos de hoy son inverosímiles: aparecen marcianos, arañas gigantes, animales prehistóricos, hasta aparecen evidencias de que estuvieron los antiguos egipcios. No voy a spoilear el final, pero resulta una auténtica sorpresa.

La edición tiene dos importantes virtudes y un defecto. Las primeras son el estudio de Pepe Muñoz sobre la revista Figuritas y el marco en el que se publicó, además de hacer un breve análisis del libro y del autor, y la otra la inclusión de las ilustraciones originales de Manuel Alejandro Martínez Palma, a página completa y en color, obras que producen una desconcertante sensación de extrañeza. En la edición hay cierto descuido en la corrección, principalmente con el guionado al cambiar de renglón, que muchas veces no sigue la división silábica.

Como señala Lautaro Ortíz en una nota sobre el libro, las revistas populares que vendieron millones de ejemplares desde la década del veinte hasta entrados los sesenta, fueron muy descuidadas por las instituciones culturales que debían preservarlas. No hace mucho tiempo que se tomó consciencia que eran bienes de gran valor y, para entonces, las colecciones más completas se encontraban en manos de coleccionistas. Si bien hay revistas que fueron muy tamizadas en busca de textos originales, como Rojinegro, Tipperary o Leoplán, hay otras que guardan posibles hallazgos. Y ahí está el gran mérito de recuperar esa novela, la que puede ser considerada, como se señala en su primera edición en libro, la primera de ciencia ficción interplanetaria de autor argentino.