Un auténtico
descubrimiento literario es esta novela presentada por Ediciones Ignotas en su
colección Los exhumados: una auténtica narración pulp de ciencia ficción
argentina. Su autor, Fernando Hugo Casullo, dejó más rastros como lunfardista
que como novelista, y está claro el por qué. Su escritura es extremadamente
torpe (y eso que se anuncia en el libro que se corrigieron y eliminaron los
errores y ripios más relevantes) y esto también lo acerca a la literatura pulp
que se estaba publicando en los Estados Unidos en simultáneo.
Cinco hombres en Marte apareció en el número 346, de
febrero de 1943, de la revista Figuritas,
la revista del escolar, pero esto no debe confundirnos: no es literatura
infantil, como no lo fueron los pulps anglosajones. La historia cuenta sobre el
viaje a Marte de cinco argentinos en una nave espacial llamada “Argentina”
impulsado por un novedoso elemento, el gentilo. De capítulos cortos, tiene un
ritmo frenético y un despliegue de la imaginación que para su época seguramente
fue muy sorprendente, pero a los ojos de hoy son inverosímiles: aparecen
marcianos, arañas gigantes, animales prehistóricos, hasta aparecen evidencias
de que estuvieron los antiguos egipcios. No voy a spoilear el final, pero
resulta una auténtica sorpresa.
La edición
tiene dos importantes virtudes y un defecto. Las primeras son el estudio de
Pepe Muñoz sobre la revista Figuritas y
el marco en el que se publicó, además de hacer un breve análisis del libro y
del autor, y la otra la inclusión de las ilustraciones originales de Manuel
Alejandro Martínez Palma, a página completa y en color, obras que producen una
desconcertante sensación de extrañeza. En la edición hay cierto descuido en la
corrección, principalmente con el guionado al cambiar de renglón, que muchas
veces no sigue la división silábica.
Como señala
Lautaro Ortíz en una nota
sobre el libro, las revistas populares que vendieron millones de ejemplares
desde la década del veinte hasta entrados los sesenta, fueron muy descuidadas
por las instituciones culturales que debían preservarlas. No hace mucho tiempo
que se tomó consciencia que eran bienes de gran valor y, para entonces, las
colecciones más completas se encontraban en manos de coleccionistas. Si bien
hay revistas que fueron muy tamizadas en busca de textos originales, como Rojinegro, Tipperary o Leoplán, hay otras que guardan posibles
hallazgos. Y ahí está el gran mérito de recuperar esa novela, la que puede ser
considerada, como se señala en su primera edición en libro, la primera de
ciencia ficción interplanetaria de autor argentino.
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