Lovecraft fue un prolífico
corresponsal que, según estimaciones de L. Sprague de Camp y S. T. Joshi, llegó
a escribir unas cien mil cartas, de las que se conservan unas veinte mil. Entre
1965 y 1976, Arkham House publicó Selected Letters en cinco volúmenes,
una selección realizada por August Derleth, Donald Wandrei y James Turner con
930 cartas. En años recientes Joshi preparó varios pequeños volúmenes con más
material, pero el gran corpus de las cartas permanece inédito, y probablemente
así siga puesto que la publicación completa demandaría unos 200 volúmenes
similares a los producidos por Arkham. Estas tres cartas pertenecen a las
selecciones de Joshi.
A Frank Belknap Long[1]
Calle Barnes
10
Providence,
R. I.
20 de mayo de
1926
Mi Señor:
Me
siento honrado más allá de mis expectativas por la atención que le ha prestado
a mis últimas comunicaciones, y asombrado al escuchar que tan exiguo tema
pudiera suministrar material para una autopsia tan exhaustiva como su crónica.
Me da pena saber que tan notable sabiduría y picante discusión fue
desaprovechada en un ser de semejante insignificancia, o reflexionar que usted
se tomó el trabajo de recuperar y volver a unir la disjecta membra[2]
del corpus delicti, después de que estuviera completo el proceso de cortar
en tiras y el análisis microscópico. En cuanto a las opiniones que expresan
interés en mis partes, y diría que, además del error habitual de atribuir algo
de genio a un simple y anciano caballero, caprichoso y malhumorado, Mortonius y
Samuelus[3] están profundamente
extraviados cuando endilgan carga mítica o excelencia intelectual. La verdad es
que realmente soy muy enfáticamente no intelectual, diría que casi
positivamente antiintelectual. Aborrezco las matemáticas, no me interesan los
desafíos de ingenio mental, no tengo especial rapidez en el aprendizaje, y
ciertamente no me distingo por poder manejar con mi mente los distintos
componentes de un asunto complejo. La afición por la lógica y el análisis es
simple estética, un deseo de ordenar y clasificar las cosas según
pautas cuya configuración poseerá, en el reino de las ideas, lo que la
belleza de la forma decorativa posee en los tangibles objetos del arte y de
la naturaleza en el reino de la materia. Es verdad que admiro y respeto
tremendamente el intelecto, pero no es verdad que lo posea. Mis deseos más
profundos e instintivos tienen que ver con formas y pautas, o sea, efectos de
la línea y el color en el paisaje y la arquitectura, o del contraste dramático
y la asociación en los fenómenos del tiempo y el espacio, etc., y no con
cantidades y causalidad, y el mismo amor que siento por la claridad científica
es esencialmente cualitativo e impresionista más que una pasión sincera y
filosófica por la verdad. No siento nada de entusiasmo por abstracciones vagas
como “verdad” o sobre opiniones relativas y locales como “lo correcto”. Lo que
cautiva mis intereses y deseos es una cierta armonía artística determinada por
prejuicios hereditarios, ambientales e individuales que he hecho míos, una
armonía que reclamo para mí mismo sólo en el territorio de la estética,
sin ningún intento inútil de racionalizarla o de investigarla con algún
significado absoluto o cósmico. ¡Pero por favor! ¡Qué plétora de especulaciones
inútiles sobre un simple viejo cuyas únicas cualidades sobresalientes son su
amor a los tiempos antiguos, su afición por los fantasmas, y un saludable
aprecio de su suelo nativo, cosas que se encontraban en tres cuartas partes de
los escuderos rurales de la Vieja Inglaterra!
El
bosquejo del señor De la Mare me recordó que no he leído aún sus elucubraciones
en prosa, algo que realmente tengo que hacer antes de darle a mi artículo su
forma final. He sido de la opinión de que el señor D. comparte cierta insipidez
caprichosa con el señor Barrie, pero es muy posible que sus fantasías tengan
también la sombría sugestión del señor Blackwood. En cualquier caso, el que
manifieste interés en lo extraño sobrenatural tendrá que leerlos. Como declaré
en una ocasión anterior, la principal ventaja al escribir este artículo es que
el proceso me obliga a leer aquellas cosas que siempre tuve la intención de
examinar, pero que posponía indefinidamente. A propósito, el irresponsable de
Henneberger[4]
ahora está atacándome con pedidos de autorización para enviar algunos de mis
relatos a editoriales. Lo dejaré hacerlo para mantenerlo tranquilo, sin embargo
le voy a advertir que no puedo asumir ninguna responsabilidad financiera, y que
no le extiendo ningún poder para hacer un contrato. Wright[5] es un promotor entusiasta
y prescindió generosamente de todos los derechos para editar en libro de mis
relatos publicados en Weird Tales. Henneberger cree que puede
‘enganchar’ los relatos, no por sus propios méritos, sino garantizando la venta
de 500 ejemplares del libro (los lectores de W. T., ¡el gran público
‘literario’!), y ofreciendo publicidad gratuita en la revista. Bien, no puede
decirme que no le avisé, pero tengo tan poca fe o interés que decliné en volver
a pasar a máquina los relatos inéditos que él necesitaba, le envié a Henny el
lote tal como estaba, y lo dejé copiar el material (¡un proceso que afirma que disfrutó!)
lo mejor que pudo. En cuanto a Weird Tales, le dejé a Wright “El
terrible anciano”, y tiene la intención de usarlo. “Él” aparecerá (creo)
en el número que sale el 1 de agosto, y “El horror en Red Hook” más
tarde. El honesto de Farnie, con la ingenua confianza de un hombre poco
sofisticado del mediooeste, me pide que no incluya en el libro nada del
material aceptado pero aún sin publicar en Weird Tales. ¡Le aseguré que
no lo haría!
Tu obediente
Abuelo
H P
A Wilfred Blanch Talman[6]
Calle Barnes
10
Providence,
R. I.
24 de agosto
de 1926
Mi querido Talman:
En
cuanto a lo que significa “extraño sobrenatural” —y por supuesto lo extraño no
está limitado al horror—, tengo que decir que se trata de una fuerte
impresión por el suspenso de las leyes naturales o la presencia de mundos o
fuerzas desconocidas muy cerca. Las mentes con distintas perspectivas o
grados de sensibilidad reaccionan de forma diferente a un mismo relato. Para
mí, “El pozo y el péndulo” no contiene nada de auténtica extrañeza sobrenatural
salvo unos toques atmosféricos preliminares. Los horrores son demasiado físicos
y de simple origen humano. El mejor relato de Poe —y tal vez el mejor relato
extraño sobrenatural de todos los tiempos— es para mí “La caída de la casa
Usher”. En segundo lugar está “Ligeia” y, por supuesto, “Los hechos en el caso
del señor Valdemar”, anticipación de un espantoso cataclismo definitivo.
“Manuscrito encontrado en una botella” y las últimas partes de “Arthur Gordon
Pym” tienen un aura extraña y potente de misterio y expectación, y hay detalles
en “Metzengerstein” que pocos además de Poe podrían lograr. En el reino de la
poesía en prosa sombría y pura, que une el horror y la belleza, nada puede
superar a “La máscara de la muerte roja”, “El silencio: una fábula” y “La
sombra: una fábula”.
Su más
obligado y obediente servidor.
HPL
A August Derleth[7]
Calle Barnes
10
Providence,
R. I.
11 de enero
de 1927
Mi estimado señor Derleth:
Leí
Anna Karenina varios años atrás, pero no puedo decir que me haya gustado
mucho, en realidad nada de Tolstoi me ha gustado. En mi opinión, Tolstoi es
enfermantemente empalagoso, con un interés desproporcionado en cuestiones
sociales y éticas. Por supuesto, eso es algo típico en la literatura eslava,
pero otros autores rusos muestran mucho menos de este descuido en proporción a
su genio y a la perspicacia en el detalle de carácter. Si le interesa lo mejor
de la literatura rusa, pruebe con Crimen y castigo, un auténtico logro
épico.
Muy
cordial y sinceramente suyo,
HPL
Traducción y notas: Luis Pestarini
[1] Long (1901-1994) formó parte del llamado Círculo de Lovecraft desde
sus inicios. Poeta y narrador, escribió algunos de los primeros relatos
relacionados con los Mitos de Cthulhu, como “The Hounds of Tindalos” (1931),
antes de producir una extensa lista de relatos de ciencia-ficción y terror de
escaso valor.
[2] En latín, fragmentos dispersos.
[3] Se refiere a James F. Morton y Samuel Loveman, corresponsales de
Lovecraft.
[4] J. C. Henneberger fue el fundador de Weird Tales en 1923. Esta
publicación editó la mayor parte de los relatos de Lovecraft en sus primeras
ediciones y se convirtió en un medio fundamental para la difusión del relato
macabro popular.
[5] Farnsworth Wright (1888-1940) fue director de Weird Tales desde
el número 13 de la revista (1924) hasta pocos meses antes de morir.
[6] Talman (1904-1986) publicó ocasionalmente relatos y poesías entre 1927
y 1933, entre los primeros una colaboración con Lovecraft: “Two Black Bottles”
(1927).
[7] Derleth (1909-1971) fue un prolífico escritor que actualmente es
recordado por haber sido, junto con Donald Wandrei (1908-1987), fundador de
Arkham House (1939), cuya labor inicial fue preservar y difundir la obra de
Lovecraft. Escribió numerosas “colaboraciones póstumas” basadas en fragmentos y
resúmenes argumentales escritos por Lovecraft.
Otro aspecto del inagotable Lovecraft
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