domingo, 16 de septiembre de 2018

Las revistas de ciencia ficción es español I: Minotauro (primera época), por Luis Pestarini


Con éste comienzo una serie de posteos cortos sobre las revistas de ciencia ficción en español. Como primer ejemplo elegí la revista Minotauro, primera época (hubo una reencarnación en los ochenta de la que hablaré más adelante), cuyo primer número está fechado en septiembre-octubre de 1964. 
Publicada en Buenos Aires por la editorial homónima, fue dirigida por Francisco Porrúa bajo el seudónimo de Ricardo Gosseyn. Sacó diez números, el último de ellos en junio de 1968, ya con la periodicidad bimestral original discontinuada. El contenido era tomado básicamente de The Magazine of Fantasy & Science Fiction, pero no era una traducción de las ediciones de esta revista sino una selección de lo publicado a lo largo de más de quince años.
Minotauro fue claramente un desprendimiento de la cuidada y prestigiosa edición de libros de la misma editorial, manteniendo rasgos comunes en cuanto a la sofisticación de los textos, el cuidado en la presentación y en las traducciones, realizadas en muchos casos por Porrúa con sus numerosos seudónimos: Gosseyn, Francisco Abelenda, Manuel Figueroa y otros. Se distribuyó en kioscos y también en librerías. Las 128 páginas (160 en las dos últimas ediciones) contenían cuentos y un artículo de divulgación científica por número, generalmente a cargo de Isaac Asimov o Arthur C. Clarke. El resto era material de ficción, casi siempre de origen anglosajón: sólo aparecieron dos cuentos originales en nuestra lengua, uno del español Juan G. Atienza, y otro del uruguayo José Pedro Díaz.

En sus páginas se publicaron muchos textos hoy clásicos, es imposible mencionarlos a todos: “Los hombres que mataron a Mahoma”, de Bester (nº 1), “Cántico por Leibowitz”, de Miller (nº 2), “Todo un verano en un día”, de Bradbury (nº 3), “Todos ustedes, zombis”, de Heinlein (nº 4), “El hombre iluminado”, de Ballard (nº 5), “Amigo saltador”, de Carr (nº 6), “No habrá tregua para los reyes”, de Anderson (nº 7), “Una rosa para el Eclesiastés”, de Zelazny (nº 8), “El árbol de saliva”, de Aldiss (nº 9) y “El hombre Pi”, de Bester (nº 10). La novena edición estuvo dedicada exclusivamente a la “ciencia ficción inglesa actual”, y, a los relatos de Aldiss, Ballard, Brunner y Kathleen James, se sumaron artículos de Judith Merril sobre el panorama literario inglés, y de Agustín Mahieu sobre el cinematográfico.
La revista Minotauro, al menos en sus primeros números, tuvo una amplia distribución en América Latina y España. Tuvo una línea editorial consistente que destacaba la calidad literaria de los textos gracias, también, a la enorme fuente de relatos de la que podía nutrirse. Aún hoy, medio siglo después de su última edición, pueden encontrarse sus números en las librerías de usados o en las de ventas por internet a precios muy razonables. Es una lectura que vale la pena.


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