sábado, 14 de marzo de 2015

Entrevista a Alejandro Alonso


Alejandro Alonso es autor de los libros La ruta a Trascendencia y Postales desde Oniris, ambos colecciones de relatos. Ganó el Premio Universidad Politécnica de Cataluña, el premio más importante en español para obra inédita de ciencia ficción, en 2002. Recientemente Ediciones Colihue publicó su último libro, Lorena y el mago, que sirve como disparador para esta entrevista.
Cuásar: Contanos un poco cómo surgió Lorena y el mago y por qué incursionás en el relato dirigido a un lector adolescente.

Alejandro Alonso.: En realidad yo quería escribir un cuento o novela infantil, lisa y llanamente. Podría haber sido como una novela de Harry Potter, o como El Principito. En aquel momento mis sobrinos eran más chicos, y yo quería hacer algo para ellos. Sin embargo, la imagen que me surgió (el final de la novela) implicaba algo más complejo que un relato infantil. Esa imagen (la de Lorena en el hospital) me conmovía, no puedo explicar por qué. De modo que yo tenía el final, algunos personajes (Eugenio está inspirado lejanamente en Ray Collins/Eugenio Zappietro) y alguna idea sobre el principio, pero desarrollar los tres actos de la obra fue bastante complejo, porque había una curva que los personajes tenían que transitar para que, al final de la novela, el lector tuviese la misma sensación que tenía yo al evocar esa imagen que me había surgido. De a poco escribí los tres cuentos. Luego todo se conectó y surgió la novela, fueron varios años de trabajo no continuo. Durante la corrección de la novela, tuve la oportunidad de hacer en la UNSAM la Diplomatura en Literatura Infantil y Juvenil. Ese curso terminó de convencerme de que iba por buen camino. Recuerdo también que la idea de los tipos de magias surgió mucho antes de todo esto que te cuento, en una charla de taxi con Carlos Gardini. Supongo que cuando uno escribe es un poco como un cocinero, que a veces combina elementos que elaboró mucho antes.

C: ¿Qué diferencias y que coincidencias hay entre tus textos anteriores y Lorena y el mago?
AA: Como en mis otros textos, hubo algún trabajo de documentación, aunque menor. Parte del argumento transcurre  antes de mi nacimiento. Y compartí algún que otro escenario (la visita a la mente del poeta tiene mucho de Postales desde Oniris). También intenté que el universo fuera estructurado, con reglas claras. Pero, por otro lado, escribí este relato con más libertad que la que suelo tener al escribir ciencia ficción. Por otra parte, debe ser uno de los pocos relatos que empiezo a escribir sabiendo cómo termina. Eso me facilitó y me dificultó las cosas, según como se mire. En Lorena y el mago tuve la oportunidad de jugar con la poesía y la intertextualidad, cosa que ya había hecho en otros cuentos (recuerdo ahora los de Cronoelipsis). No es que yo sea muy aficionado a la poesía, pero si las palabras tienen alguna magia, la poesía es lo más parecido a un destilado o aceite esencial de esa magia.

C: ¿Cambia la perspectiva, la forma de encarar temas y situaciones, el lenguaje, cuando se escribe para un público juvenil?
AA: Sí, supongo que tanto el lenguaje como la perspectiva tendrían que ser asequibles para los lectores de esas edades, pero no me sale. Quiero decir: la historia que me gustaría contarle al lector de 11, 13 ó 15 años no es la misma que me gustaría contarle a un lector formado adulto. Sin embargo, una vez que planteo personajes y situaciones, la rueda gira sola, y escribo del mismo modo que para el lector adulto. Me propongo que el abordaje sea asequible, pero no siempre puedo escapar al estilo con que escribí mis otros cuentos. Dicho esto, luego recuerdo que a los 13 ó 14 años yo leía Agatha Christie, Henry James, Stevenson, Doyle, London... No creo que esos cuentos estuvieran adaptados al público juvenil. De modo que confío en que, allí donde mi incapacidad deje una brecha, el lector curioso o algún adulto (padre, maestro, hermano) sabrá cerrarla. Esto que me preguntás se enlaza con otra cuestión, que es el de si realmente existe una literatura infantil y juvenil (LIJ). ¿Cuán cerrada o limitada o simplificada debería ser la LIJ? (en el sentido del diálogo con la literatura en general, en el sentido del uso extenso del idioma español, en la complejidad de los argumentos). ¿Cuán didáctica u orientada a valores debería ser (en el caso de que éstas fueran condiciones necesarias para la LIJ)? Mi opinión es que la LIJ debe ser abierta, porque al fin y al cabo es literatura, y que no debe estar enfocada en otra cosa que en ella misma. Supongo que en mi caso todo funciona al revés. Escribo como me sale, corrijo pensando en la fluidez de la lectura, el desarrollo de la trama y la calidad de las ideas, y al final alguien dirá: ¡qué bueno que está para que lo lean mis chicos! Pasó con mis cuentos históricos. Yo no me propuse escribirlos para el público juvenil, sin embargo se usaron para hacer análisis y prácticos en clase, en un colegio secundario, porque a la profe les encantó.

C: ¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Más literatura juvenil?
AA: En dos cosas. Por un lado, estuve leyendo documentación para un cuento ambientado en la misma ucronía de "1957" y "1953". Tengo una idea del argumento, pero no la terminé de masticar. Eso me ayudará a terminar la novela de la ucronía, y la intención es que los cuentos aparezcan incrustados en la ucronía, mostrando aspectos de esa realidad que los protagonistas no podrían ver. Por otro lado, más inmediato, estoy trabajando en dos relatos infantiles (quién sabe, supongo) que tienen un universo y personajes en común. Vendrá luego la etapa de corrección. La idea es que estos dos cuentos salgan juntos en el mismo libro, y podría ser una serie, ¡quién sabe! Ese universo da para muchas cosas, y no necesariamente con los mismos personajes. 
C: Muchas gracias, Alejandro.

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