miércoles, 31 de julio de 2024

Las colecciones de ciencia ficción (IV): Ciencia ficción de Ultramar (segunda parte), por Luis Pestarini

 

29. Aldiss, Brian W. Bang, bang y Donde las líneas convergen (Brothers of the head, 1979) 1986. 168 p. Traducido por Víctor Conill.

El título sale de la línea que seguía la colección hasta este volumen. No es parte de una saga, en rigor son una novela corta y un cuento reunidos en un libro para darle la extensión necesaria para conformar un volumen, y la temática y el tratamiento están alejados de lo que venía siendo la constante de la colección. Aldiss (1925-2017) era un autor instalado pero no un best seller. “Bang, bang” es la sórdida historia de dos siameses unidos anatómicamente que conforman una banda de rock y tienen cierto éxito durante los setenta. Apenas se puede sugerir que es ciencia ficción. Dio origen a una película en 2005 y, una curiosidad, a una canción de Calamaro, “Dos Romeos” (1989), que describe la trama literalmente. “Donde las líneas convergen” es un relato sobre alienación cuya lectura hay que forzar para que pueda ser considerado dentro del género. Una anomalía dentro de la colección.

30. Niven, Larry. Un mundo fuera del tiempo (A world out of time, 1976) 1986. 252 p. Traducido por E. May.

Reedición de la colección Ciencia-Ficción de Emecé y de Maestros de Ciencia Ficción de Ultramar, aunque figura un traductor distinto. Niven (1938) es un adalid de la ciencia ficción dura y uno de los escritores más sobrevalorados del género. De imaginación vívida, las tramas de sus novelas suelen presentar fuertes inconsistencias, adornadas por personajes poco definidos y bastante infantiles. Esta obra en particular tiene como disparador el despertar del protagonista en un nuevo cuerpo, que había sido criogenizado en su agonía. Sus salvadores le encargan una misión galáctica que traiciona para dedicarse a la exploración espacial, regresando por fin a la Tierra, en un lejano futuro donde el planeta es irreconocible. Niven tiene libros mejores.

31. McCaffrey, Anne. El planeta de los dinosaurios (Dinosaur planet, 1978) 1986. 228 p. Traducido por Domingo Santos.


32. McCaffrey, Anne. Los supervivientes (The Survivors, 1984) 1986. 319 p. Traducido por Domingo Santos.

McCaffrey (1926-2011) tuvo un éxito considerable con su serie de los Dragones de Pern, que creó un subgénero denominado science fantasy, que un poco se anclaba en la literatura juvenil. Estas dos novelas directamente pueden ser consideradas dentro de esta última categoría y tratan sobre un conjunto de personajes que creen ser abandonados en el planeta Ireta por la nave de exploración en la que llegaron. Son dos grupos variopintos, uno que proviene de planetas con gravedad muy fuerte, y otro de gravedad liviana, por lo que su contextura y, digamos, sus idiosincrasias son bien distintas. Las novelas cuentas sobre las aventuras y enfrentamientos que corren entre seres que se parecen a dinosaurios. De lo más flojo de la colección hasta aquí. Fueron reeditados en un volumen de tapa dura en 1993.

33. Monteleone, Thomas F., comp. Mensajes de la era del ordenador (Microworlds/ R. A. M., Random access messages of the computer age, 1984) 1986. 301 p. Traducido por Salvador Dulcet Altés y otros. Contiene: Los ordenadores no discuten, Gordon R. Dickson. La pulsación, Gregory Benford. Usurpación de derechos de autor, David F. Bischoff. Llamadas de amor, Ben Bova. Los nueve mil millones de nombres de Dios, Arthur C. Clarke. Armaja das, Joe Haldeman. Echando redes, Robert E. Vardeman. Jack Dedos de muelle. La unión eterna, Barry N. Malzberg. La tarjeta, Charles L. Grant. Un día y una noche de Brahma, Ralph Mylius. El hombre esquemático, Frederik Pohl. LOKI 7281, Roger Zelazny. No tengo boca, y debo gritar, Harlan Ellison. El juego más grande, Thomas F. Monteleone. Respuestas, John Sladek. La última pregunta, Isaac Asimov. El ordenador encantado y el Papa androide, Ray Bradbury.

En su momento (1984) esta antología sobre cuentos sobre computadoras resultó muy sorprendente e innovadora, pero hoy muchas de las historias nos despiertan una sonrisa por su inocencia y falta de visión. No obstante, algunos relatos son interesantes, aunque queda flotando la cuestión de qué tienen que ver con el leit motiv de la antología. Monteleone (1946), el compilador, tiene una extensa carrera en el género de terror. Algunos cuentos como los de Clarke y Ellison son considerados clásicos del género, con muchas ediciones en nuestro idioma.

34. Delany, Samuel R. Babel-17 (Babel-17, 1966) 1986. 269 p. Traducido por Mirta Rosenberg.

Reedición de la versión publicada por Adiax en 1981. Si en los años sesenta la ciencia ficción demostró que quería dejar la comodidad de los lectores del fandom para buscar una audiencia más sofisticada, indudablemente esta novela es una de las que encabezó esta movida. Está basada en la hipótesis de Sapir-Whorf de que el lenguaje influye en el pensamiento y la percepción. Si bien tiene la forma de una space opera, desarrolla la idea de que en una guerra el lenguaje puede ser un arma en sí misma. La protagonista, una de las más logradas del género, es la capitana china Rydra Wong, lingüista, poeta y telépata. Delany tenía 24 años cuando publicó el libro, que ganó el premio Nebula.

35. Heinlein, Robert A. Job: una comedia de justicia (Job: a comedy of justice, 1984) 1986. 416 p. Traducido por Domingo Santos.

Uno de los últimos libros publicados en vida por Robert A. Heinlein (1908-1988), y no precisamente el mejor. El autor de Tropas del espacio fue mal leído durante décadas como un fascista cuando en realidad siempre fue un muy actual anarco liberal, que creía que el estado debía reducirse a su mínima manifestación y todo avance debía asentarse en el esfuerzo individual. Hay que reconocer que sus mejores libros son entretenidos e intelectualmente desafiantes, aunque han sufrido el paso del tiempo, ya que fueron escritos hace décadas, pero sus novelas tardías, bastante extensas, son derivativas y están repletas de bajadas de línea bastante torpes. Job es más digna que la vergonzosa El número de la bestia (1980). Es una parodia del cristianismo y de la teología bíblica, pero queda claro que Heinlein no entiende demasiado de la cuestión y destaca solo cuestiones superficiales. Aún así la prosa es llevadera y la novela es probablemente la mejor entre sus últimos trabajos.

36. Herbert, Frank. Casa capitular: Dune (Chapterhouse: Dune, 1985) 1986. 640 p. Traducido por Montserrat Conill.

Reedición del libro realizada en la colección Best Seller un año antes, último escrito por Frank Herbert, muerto en 1986. La calidad de los libros de Dune ha ido en descenso después de la primera trilogía, la original, y se sostiene básicamente en diálogos, por lo que la historia se vuelve monótona. Aquí se basa en la confrontación entre las Honorables Madres y la secular Bene Gesserit. Como ya se señaló anteriormente, los lectores de la serie que llegaron hasta aquí también leeran este volumen, sin importar su calidad.

37. Santos, Domingo. Hacedor de mundos. 1986. 265 p.

Esta es la primera novela de ciencia ficción de un autor español de la colección, si dejamos de lado La hormiga que, como señalamos oportunamente, no es ciencia ficción. Santos (Pedro Domingo Mutiñó, 1941-2018) fue el director de esta colección, el traductor de muchos de sus libros y un escritor de escaso talento, conocido por reproducir estilos de autores estadounindenses como Sheckley o Ellison. En este caso la inspiración claramente es Bester, más precisamente ¡Tigre! ¡Tigre! El astronauta David Cobos descubre que, tras sufrir un grave accidente en su nave, tiene el poder de modificar la realidad. Santos se esfuerza en dotar de una estructura lógica a este fenómeno pero aburre. Al final introduce muchas escenas de sexo, muy al estilo de la época.


38. Vance, Jack. La tierra moribunda (The dying earth, 1950) 1986. 203 p. Traducido por Domingo Santos.

39. Vance, Jack. Los ojos del sobremundo (The eyes of the overworld, 1966) 1986. 246 p. Traducido por Domingo Santos.

40. Vance, Jack. La saga de Cugel (Cugel’s saga, 1983) 1987. 409 p. Traducido por Domingo Santos.

41. Vance, Jack. Rhialto el prodigioso (Rhialto the marvellous, 1984) 1987. 267 p. Traducido por Domingo Santos.

A caballo entre la ciencia ficción y la fantasía, esta saga es la de más alto vuelo entre las publicadas en esta colección y una de las más destacadas del género. Curiosamente el primer volumen está compuesto por media docena de cuentos tenuemente conectados, ambientados en una tierra de un lejano futuro donde el sol se está apagando, y donde entre sociedades decadentes, magos y magia, suceden aventuras vertiginosas, coloridas, frescas e imaginativas. Vance (1916-2013) tuvo una extensa y exitosa carrera literaria, principalmente como autor de ciencia ficción y fantasía pero también de policiales. Probablemente esta saga sea su obra más recordada. Las virtudes de los dos primeros volúmenes no se mantienen intactas en las últimas dos entregas, escritas más de tres décadas después, pero aún así valen la pena.

42. Haldeman, Joe. Mundos (Worlds, 1981) 1986. 321 p. Traducido por Hernán Sabaté.

43. Haldeman, Joe. Mundos aparte (Worlds apart, 1983) 1987. 253 p. Traducido por Rafael Llorente.

Primeros dos volúmenes de una trilogía que probablemente no fuera pensada como tal y que recién fue publicada íntegramente en español más de tres décadas después por La Factoría de Ideas. El primero es una reedición en la misma versión que la publicada por Acervo (1983). Haldeman (1943) es un escritor puro y duro de ciencia ficción (y no digo de ciencia ficción dura). En la Hispacón ’96 le consulté por qué, con la carrera que tenía, había escrito novelas de Star Trek, respondió que en ese momento tenía que llegar a fin de mes, que cuando resolvió la situación y quiso recomprobar el contrato no se lo permitieron y tuvo que escribir las dos novelas igual. Mundos es uno de sus mejos libros: ambientado en nuestro futuro cercano (no tan cercano cuando se publicó), pretende hacer una descripción convincente de la evolución de nuestra sociedad. Amena, atrapante, inevitablemente vintage tras cuatro décadas, se deja leer con un poco de tolerancia. Mundos aparte (reeditado con el título más sensato de Mundos distantes) continúa la misma línea.

44. Silverberg, Robert, comp. Bestiario de ciencia ficción (The science fiction bestiary, 1971) 1986. 220 p. Traducido por Augusto Martínez Torres. Contiene: El hurkle es un animal feliz, Theodore Sturgeon. Abuelito, James H. Schmitz. La jirafa azul, L. Sprague de Camp. La máquina preservadora, Philip K. Dick. Una odisea marciana, Stanley G. Weinbaum. El sheriff de Canyon Gulch, Poul Anderson y Gordon R. Dickson. Los cáiganse muertos, Clifford D. Simak. Los gnurrs salieron del instrumento, Reginald Bretnor. Equipo de recolección, Robert Silverberg.

Reedición de la versión de la colección Ciencia-ficción de Emecé: “Los bestiarios eran obras que compilaban las descripciones de animales reales e imaginarios, y fueron especialmente populares en el Medioevo.” Silverberg utiliza esto como excusa para presentar una serie de cuentos que tienen como protagonistas animales o seres no terrestres, una antología “temática” del tipo de las que fueron muy populares en Estados Unidos, en este caso con relatos publicados entre 1934 y 1957. Y se siente el paso del tiempo: algunas historias salen mejor paradas que otras, como “Una odisea marciana”, la más antigua del libro, o “La máquina preservadora”. El resto con altibajos pronunciados.

45. Clarke, Arthur C. Regreso a Titán (Imperial Earth, 1975) 1987. 282 p. Traducido por J. Ferrer i Aleu.

Esta novela ya tenía ediciones anteriores en Emecé y en la misma Ultramar: Clarke creía que esta era su obra maestra, el libro por el cual sería recordado, por encima de El fin de la infanciaCita con Rama 2001, una odisea espacial. Narra el periplo de un representante de la casa gobernante de Titán, una suerte de monarquía, que viaja a la Tierra con motivo de los 500 años de la independencia de Estados Unidos, en 2276. En la novela hay recurrentes reflexiones y especulaciones sobre el futuro que, en parte, han quedado muy lejos de concretarse a menos de medio siglo de su publicación. Melodramática de a ratos, al menos cuando se publicó era la novedad más reciente de su autor. Vale resaltar que hay alguna sugerencia de que el protagonista tiene una relación homosexual, por lo que fue prohibido en algunas escuelas.

46. Wolfe, Bernard. Limbo (Limbo, 1952) 1987. 507 p. Traducido por Domingo Santos.


Reedición de la versión publicada en la colección Best Seller (1984) de la editorial, esta novela tiene un particular aura de clásico secreto, solo para conocedores. Wolfe (1915-1985) fue un personaje en si mismo: psicólogo recibido en Yale, trabajó en la marina mercante y fue secretario personal de Trotsky en México, pero ya no lo era cuando lo asesinaron. No escribió mucha ciencia ficción, pero Limbo se destaca nítidamente entre su obra, al punto en que Ballard la señaló como la mejor novela de ciencia ficción estadounidense. Es una novela llena de ideas, caótica, ambientada en un mundo postapocalíptico tras una tercera guerra mundial llevada adelante por computadoras, y presenta dos sociedades que enfrentan de manera distinta sus inclinaciones violentas. Hoy seguramente perdió la intensidad que tuvo en los años cincuenta, pero se sigue sosteniendo como una lectura recomendable, especialmente en la edición de Minotauro de 2002 (y evitar rigurosamente la pésima traducción de Vértice de 1965).

47. Bear, Greg. Música en la sangre (Blood music, 1985) 1987. 304 p. Traducido por Ma. Dolores García Borrón.

Basada en el cuento “La música de la sangre” (1983, publicado en Cuásar 8), ganador de los premios Hugo y Nebula, la novela no funciona tan bien como su versión corta, que fue revolucionaria, pero no deja de ser uno de los puntos altos de la colección en la categoría de novedades. Bear (1951-2022) comenzó su carrera dentro del género como un autor lleno de ideas innovadoras que no podía ser encasillado en las categorías imperantes en su momento (ciberpunk y postmodernos) y fue derivando en las últimas décadas hacia la escritura de entretenidos technotrillers de ciencia ficción sin mayores ambiciones. Música en la sangre es una de las novelas que aborda con más éxito un planteo derivado de especulación a partir de ingeniería genética. Necesita una reedición urgente.

48. Russ, Joanna. El hombre hembra (The female man, 1975) 1987. 281 p. Traducido por Maribel Martínez.

Reedición de la versión publicada en la colección Nova de Bruguera en 1978. Originalmente desató una reacción negativa de los sectores más conservadores del fandom por su postura feminista, pero El hombre hembra está lejos de ser una novela solamente provocadora sino que es una aguda reflexión sobre la discriminación sobre la mujer en una sociedad presentada en un marco de ciencia ficción de cuatro realidades alternativas donde la misma persona se ve afectada en su condición de mujer. Excelente como ciencia ficción, es el texto inaugural de la ciencia ficción feminista pero no debe encasillarse en ese lugar. No ha perdido nada de actualidad. Russ (1937-2011) nunca alcanzó el reconocimiento que se merecía, y que defendiera los derechos de las mujeres mucho tuvo que ver con eso. Fue reeditada por Ediciones B en 2021.

49. Martín, Andreu. Ahogos y palpitaciones. 1987. 206 p.

Después de mantener un nivel más que respetable durante varias ediciones, con este volumen la colección pega una patinada de las peores que tuvo en todo su recorrido. Martin (1949) es un reconocido autor de policiales y algunas novelas juveniles, y muestra su oficio como narrador en esta novela que, como mayor virtud, exhibe la facilidad de su lectura, pero como ciencia ficción es un cúmulo de lugares comunes (con mucho sexo). Describe una utopía que no resulta tal, a la manera de Un mundo feliz. ¿Dijimos ya que tiene mucho sexo? Crea terminos como “pornar” por “coger”. En fin…

50. Marín Trechera, Rafael. Unicornios sin cabeza. 1987. 214 p. Contiene: Un payaso arrepentido. Habrá un día en que todos. Otros días, otros sueños. Mein führer. Ángel exterminador. Nunca digas buenas noches a un extraño. La luna pálida. Un ligero sabor a sangre. Como el paisaje roto. Dos caminos de la arena. Métalas.

Para la edición 50 de la colección, otro volumen de un autor español, aunque éste es bien distinto al anterior. Es el primer volumen de cuentos escritos en español y el segundo desde El mundo del río de Farmer y funciona como un recopilatorio de un autor, Marín Trechera (1959) que no tenía ni diez años de haber publicado su primer cuento (y que ahora lleva unos 25 libros). Leídos desde el presente, no es la mejor manera de conocer la obra de Marín, ya que la antología es muy despareja y se nota en algunos casos que son relatos muy primerizos. Tal vez Lágrimas de luz sea la mejor puerta de entrada a su obra.

51. Delany, Samuel R. En las afueras de la ciudad muerta (Out of the Dead City, 1963). 1987. 189 p. Traducido por Ana María Pérez

52. Delany, Samuel R. Las torres de Toron (The Towers of Toron, 1964). 1987. 191 p. Traducido por Ana María Pérez.

53. Delany, Samuel R. Ciudad de los mil soles (City of a Thousand Suns, 1965). 1987. 193 p. Traducido por Ana María Pérez.

Reedición de Ediciones Adiax de 1981. Delany (1942) era un temprano veinteañero cuando publicó esta trilogía a comienzos de los sesenta y pronto se convirtió en una prolífica promesa, una suerte de Jack Vance estilísticamente más elaborado pero igualmente colorido y entretenido. Como todos los libros iniciales del autor, son historias iniciáticas de búsquedas, con ecos mitológicos y, vistos a la distancia, un poco pretenciosos, que por entonces no le venía mal a la ciencia ficción. A pesar del inicio estruendoso, la carrera de Delany no alcanzó los niveles que prometía en sus inicios, pero son de lectura recomendada.

54. O’Donnell, Kevin. Ora:cle (Ora:cle, 1983) 1987. 456 p. Traducido por Domingo Santos.

Esta es una de esas novelas que hacen que uno se pregunte cómo no ha tenido mayor éxito, cómo no ha sido reeditada, cómo su autor, O’Donnell (1950-2012) no alcanzó reconocimiento. No es que sea una obra maestra, pero funciona por donde se la mire: es entretenida, original, retrata un futuro con bastante acierto (aunque no el año), y logra presentar a un protagonista que casi no sale de su casa, que es experto en la cultura china del siglo XX y en jardinería como alguien muy interesante e ingenioso. Ora:cle es uno de esos libros que sorprenden para bien.


55. Gorodischer, Angélica. Bajo las jubeas en flor. 1987. 178 p. Contiene: Bajo las jubeas en flor. Los sargazos. Veintitrés escribas. Onomatopeya del ojo silencioso. Los embriones del violeta. Semejante día.

Reedición de la tercera colección de cuentos de Gorodischer publicada por Ediciones de la Flor en 1973. En este volumen se encuentran algunos de los mejores cuentos de ciencia ficción de la autora argentina. Es una reedición un poco inusual para el catálogo de la colección de Ultramar, pero bienvenida.

56. Pohl, Frederik. Pórtico (Gateway, 1977) 1987. 293 p. Traducido por Pilar Giralt y Ma. Teresa Segur.

Reedición de la versión de Bruguera, colección Nova, de 1979. Novela ganadora de los premios Hugo, Nebula y Campbell, es un clásico indiscutible de la década del setenta escrito por un autor que se aggiornó a los cambios de época como Pohl (1919-2013). La novela da inicio a la saga Heechee donde los humanos encuentran restos de tecnología de una civilización extraterrestre que les permite trasladarse por el universo. Mucho más elaborada y compleja que otras obras de autores de su misma generación como Asimov, Pórtico se sostiene perfectamente para una lectura actual.

57. Bermúdez Castillo, Gabriel. El hombre estrella. 1988. 240 p.

Con una docena de libros de ciencia ficción publicados, entre novelas y colecciones de cuentos, la obra de Bermúdez Castillo (1934-2019) es una de las más presentes en la literatura española contemporánea. Sin embargo, pocas veces logra salir de los lugares comunes del género, y El hombre estrella no es la excepción, novela machista ambientada en un lejano planeta dominado por un matriarcado hasta que aparece un hombre estrella. Puede pasarse de largo.

58. Pohl, Frederik. Tras el incierto horizonte (Beyond the blue event horizon, 1980) 1988. 337 p. Traducido por Francisco Amella.

59. Pohl, Frederik. El encuentro (Heechee rendezvous, 1984) 1988. 346 p. Traducido por Francisco Amella.

Segundo y tercer volumen de la saga Heechee iniciada por Pórtico. Para comenzar, el título del primer volumen está mal traducido ya que es una expresión de la relatividad general que habitualmente en español se conoce como horizonte de sucesos o de eventos, pero ya dijimos que las traducciones no fueron el fuerte de Ultramar. Como suele suceder son las sagas del período setenta-noventa, comienzan bien arriba y van cayendo, primero lentamente -Tras el incierto horizonte mantiene buena parte de las virtudes de Pórtico- pero se desbarata ya en la tercera parte. Como ya se ha señalado aquí, Pohl es de los autores “clásicos” que mejor se pueden leer en nuestros días. El primero de los dos volúmenes fue reeditados en dos ocasiones, el segundo solo una vez.

60. Silverberg, Robert. El castillo de Lord Valentine (Lord Valentine’s castle, 1980) 1988. 262 p.  Traducido por César Terrón.


61. Silverberg, Robert. El laberinto de Majipur (Lord Valentine’s Castle, 1980) 1988. 316 p. Traducido por César Terrón.

Reedición en dos volúmenes de la versión de Acervo (1983) que se publicó en un único tomo. Fue la primera novela publicada por Silverberg (1935) después de que anunciara que dejaba de escribir literatura de género en 1976. Majipur es un planeta cuidadosamente diseñado por el autor donde transcurren historias a caballo entre la ciencia ficción y la fantasía, al estilo de Jack Vance, algo reconocido por el mismo Silverberg. La obra previa del autor se caracterizaba por la intensidad psicológica de los protagonistas de sus historias, pero está claro que Silverberg decidió adaptarse a lo que pensó que era lo que quería el mercado: historias entretenidas y coloridas, sin demasiadas pretenciones. En cierto modo, fue una claudicación a su planteo cuando dejó de escribir a mediados de los setenta, pero esta novela en dos libros sigue siendo una lectura entretenida (y poco más).

62. Delany, Samuel R. Dhalgren I: Prisma, espejo, lentes (Dhalgren, 1974). 1987. 399 p. Traducido por Domingo Santos.

63. Delany, Samuel R. Dhalgren II: En tiempo de plaga (Dhalgren, 1974). 1987. 306 p. Traducido por Domingo Santos.

64. Delany, Samuel R. Dhalgren III: Palimpsesto (Dhalgren, 1974). 1988. 393 p. Traducido por Domingo Santos.

No es una trilogía sino una novela publicada en español en tres partes por su notable extensión. Es uno de los libros más ambiciosos del género desde el punto de vista estilístico y literario que, lamentablemente, no encontró una traducción a su altura, por lo que su efecto quedó muy alterado. Transcurre en una ciudad casi abandonada, Bellona, donde Kid, el protagonista, se descubre poeta y deambula por un paisaje postapocalítico mientras una pequeña tribu se junta a su alrededor. Indudablemente es excesivamente extensa y muy ambiciosa, pero es un interesante desafío para el lector. Claramente un antecedente directo para la obra más reciente de M. John Harrison. Increíblemente el tomo I no se distribuyó en Argentina. 

jueves, 18 de abril de 2024

Fallidos y gazapos en la ciencia-ficción, por Luis Pestarini

 


La precariedad y el descuido con que a veces se publica ciencia-ficción ha permitido que ciertos fallidos y gazapos, que no deberían haber visto la luz, llegaran a los ojos de los lectores. La falta de rigor de algunos editores, la torpeza producto del cansancio o el sencillo error humano hicieron que algunas de estas erratas se convirtieran en auténticos despropósitos.

Aquí ofrecemos una breve lista de estos ocasionales deslices, algunos integrados ya al acervo de anécdotas del fandom mientras que otros son expuestos aquí por primera vez. Los hay que demuestran que detrás del error hay oscuridad e ignorancia, mientras que otros son fruto de mentes habitualmente lúcidas. Y para comenzar, justamente, una perlita del mejor pensador que tiene la ciencia-ficción en español: Pablo Capanna.

Analizando —o más bien despedazando— El único enemigo: el tiempo, de Michael Bishop, en la revista Minotauro 5 (2ª época), pág. 19, Capanna afirma:

“La novela de Bishop obtuvo el premio Hugo de 1982, lo cual no solo lleva a dudar del Hugo (es sabido que el Nebula es mucho más confiable) si no de la creatividad en la ciencia-ficción actual.”

El caso es que el premio Nebula suele ser más confiable que el Hugo, como afirma Capanna, pero no ha elegido el mejor ejemplo: la novela de Bishop ganó el Nebula, no el Hugo, para el que ni siquiera estuvo nominada. O sea que es un buen contraejemplo de lo que afirma ¿o no?


Más singular es el caso de Fernando Madrazo Palacio, que en su artículo “Sheri S. Tepper. ¿Nazismo feminista en la ciencia ficción?”, publicado en BEM (nº 56, abril-mayo de 1997, pag. 17), afirma: “... podríamos compilar una lista de las autoras femeninas de ciencia-ficción desde Shelley hasta Le Guin que no sería muy larga, y en la que no nos olvidaríamos prácticamente de nadie: C. L. Moore, André Norton, Keith Laumer, Joanna Russ, Marion Zimmer Bradley, Kate Wilhelm (cuya novela Donde solían cantar los dulces pájaros fue el primer premio Hugo de novela ganado por una mujer) y, por fin, Ursula K. Le Guin”.

Ya es un hallazgo esto de autoras femeninas (¿habrá otro tipo de autoras?), pero los gazapos de relevancia son otros. Keith Laumer ya no puede quejarse pues hace años que no se cuenta entre los vivos, pero seguramente se sentiría muy incómodo en esta lista, porque si bien mamá y papá le pusieron un nombre de género indeterminado, él siempre jugó del lado de los varones. ¡Ay, ese vicio de poner ejemplos por poner! Pero Madrazo bate el récord de desatinos en un párrafo: Wilhelm no fue la primera mujer en ganar un Hugo en la categoría novela, cuando lo hizo Le Guin ya tenía dos en ese rubro. Ni hablar de eso de “nazismo feminista”, ya que no es un fallido sino una simple aberración ideológica.

La facilidad de algunos para poner los dedos sobre el teclado para hacer enumeraciones debería ser contenida de alguna manera. Si no, adviertan lo que sigue de la siempre fértil pluma del fallecido Miquel Barceló, conocido aficionado español y experimentado director de la colección Nova de Ediciones B:

“Para mí tienen valor o interés literario algunas obras (que no todas...) de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Pedro Páramo, Carlos Fuentes, Miguel Delibes, Manuel Vázquez Montalbán y varios más, por citar solo autores que escriben en español.” (en Asimov Ciencia Ficción 14, diciembre 2004, pág. 182.). Vale preguntarse aquí qué obras de Pedro Páramo le han caído a su gusto. ¿Juan Rulfo?

Ahora, un delicioso gazapo científico, de El corazón del cometa, de David Brin y Gregory Benford (Barcelona: Acervo, 1987):

“—No estamos muy lejos —convino Carl—. A treinta U. A. (1) de distancia. Tiene que ver nuestro sol. Ahora no es mucho más brillante que la luna llena en una noche del desierto”. Y en la nota al pie se lee: “(1) U. A. Unidad Angström. Se emplea en la medición de longitudes de onda de luz y otras radiaciones (N. del T.)”

El ångström es una medida para registrar distancias moleculares equivalente a la diez mil millonésima parte de un metro: a treinta ángstrom del sol más que verlo, se hubieran freído en el instante. Claro, U. A. corresponde a unidad astronómica, aproximadamente la distancia media entre la Tierra y el Sol. Por si acaso, los traductores fueron dos: J. Sampere y A. Herrera, cosa de que se puedan culpar mutuamente.


Pero si hablamos de resbalones del sentido común (más que científicos), es ingenioso éste que nos hizo llegar Ricardo Castrilli. La historia gira en torno al contacto de dos razas, la nuestra y los reverenciados T’sai, que le imponen una prueba a nuestros congéneres: “Tenéis hasta la puesta del sol en el planeta Régulus al que os dirigís, unas doce horas a partir de ahora, por vuestro tiempo.” Esto se lee en la página 183 del cuarto volumen de Imperios galácticos, una antología preparada por Brian W. Aldiss, y corresponde al relato “Los intrusos”, de Roger Dee, de 1954. Dee (Roger Dee Aycock, 1914-2004) fue un escritor del montón, prolífico a comienzos de los 50, que probablemente solo sea recordado por presentar un planeta en el que, contra las leyes de la lógica y de la física, el sol se pone simultáneamente en toda su superficie. ¿O será un mundo unidimensional?

Claro que si algunos pecan por violar leyes naturales sin sentir culpa, también ocurre lo contrario, como es el caso de Larry Niven, un adalid de la rigurosidad científica. Si no, lean el texto que abre Un mundo fuera del tiempo: “A quien posea una primera edición de Ringworld [Mundo Anillo]: consérvela. Es la única versión en la cual la Tierra gira en dirección equivocada (Capítulo 1)”. El bueno de Niven no debe haber pegado un ojo hasta que corrigió el error en una nueva edición, pero ¿alguien más se habrá dado cuenta?

Una todavía más sutil, que ha pasado desapercibida hasta ahora y cuyo responsable no soporta más el secreto y por ello nos lo ha confiado para su divulgación, es la siguiente: en inglés, en la serie Heechee (‘Pórtico’), de Frederik Pohl, a partir del segundo volumen aparece un personaje llamado Whitenoise, pero el corrector, Juan Carlos Planells, lo leyó como Whitenose y lo convirtió en Narizblanca en lugar de Ruidoblanco. El error nació en la edición de Ultramar y subsiste en la de Ediciones B. Ya va siendo hora de que lo corrijan.

Para concluir este repaso un clásico que ya ha tomado rango mitológico, al punto en que algunos no creen que exista. Pues bien, se puede verificar en el número 11 del Isaac Asimov’s Ciencia Ficción, que editó Picazo a comienzos de los 80, en la pág. 62. Allí se lee:

“... publicó la primera novela de Edgar Rice Burroughs, Bajo las lunas de Marte, y después Tarzán de los Alpes...”. El lector distraído podría pensar que se trata de una de las tantas novelas escritas por Burroughs que hicieron mundialmente conocido el taparrabos, pero no, es que ‘apes’ (monos) aquí mutó en un montañoso significado. El perpetrador de esta acción que debería estar tipificada en el Código Penal fue Miguel Giménez Sales, cuyas traducciones por sí mismas valdrían un número especial de Cuásar.

Hasta aquí llegamos con los gazapos y fallidos en esta ocasión. Gracias a Ricardo Castrilli, Juan Carlos Planells y Juan Carlos Verrecchia por la asistencia. Con la colaboración de los lectores podemos seguir sumando ejemplos y adicionar otra columna en un número futuro.

 

© 2006 Luis Pestarini. Publicado en Cuásar 44

miércoles, 17 de abril de 2024

Sobre los orígenes de "Crash", por J. G. Ballard


Crash
(junio 1973) fue un inmenso desafío, y escribirla se convirtió casi en un acto psicótico voluntario. En esos tiempos yo tenía tres niños pequeños y el destino podría haberme jugado una broma cruel.

Tal como sucedió, un par de semanas después de terminar la novela estuve envuelto en mi único accidente de tráfico. Después de que uno de los neumáticos delanteros reventara al comienzo del puente de Chiswick, mi automóvil giró bruscamente y cruzó la isla central de la autopista. Destruí una señal (más tarde envié un pago para su reemplazo y me fastidió descubrir que había pagado por un modelo mucho más caro, con luces intermitentes), rodee marcha atrás y continué circulando a lo largo de la mano contraria.

Por fortuna llevaba puesto el cinturón de seguridad y no se vio involucrado ningún otro vehículo, pero algo estuvo cerca: el combustible se estaba derramando del motor y el techo aplastado había comprimido las puertas. Si hubiera muerto allí, no hay duda de que la gente hubiese dicho que había cumplido la lógica de pesadilla que había esbozado en la novela.

Pero en realidad prefiero pensar en Crash como una fábula, una advertencia contra las perversas posibilidades que ofrece la tecnología del Siglo Veinte a la imaginación humana. El cine y la televisión están saturados con una violencia estilizada que toca nuestra imaginación pero nunca lo hace con nuestras terminales nerviosas.

Gran parte de este imaginario violento está tomado de la tecnología: el automóvil, la autopista, el aeropuerto, el hospital moderno y los rascacielos. El choque de autos, en particular intercepta todos los tipos de respuestas ambiguas, como descubrí cuando preparé una exhibición de automóviles chocados en el Laboratorio de Artes Nuevas en 1970, poco después de que comenzara a escribir la novela.

La exhibición era un experimento calculado, diseñado para comprobar la hipótesis central de la novela de que hay una fascinación reprimida detrás de nuestras actitudes convencionales hacia la muerte y la violencia tecnológicas, una fascinación tan obsesiva que puede contener una poderosa carga sexual. Los tres automóviles chocados estaban exhibidos sin comentarios debajo de las luces neutrales de la galería, y en el centro un Pontiac telescópico de la gran era de la aleta caudal.

Para probar los nervios de la audiencia previa, contraté una chica en topless que iba a entrevistar a los invitados en un circuito cerrado de TV. Originalmente había acordado aparecer completamente desnuda, pero cuando vio los automóviles decidió que solo podía aparecer en topless, una respuesta interesante en sí misma, pensé. Más tarde escribió una reseña condenatoria de la exhibición para un periódico independiente.

Nunca había visto ni vi después que una fiesta de presentación degenerara tan rápidamente en una pelea de borrachos. Los automóviles fueron maltratados y atacados, así como lo fueron durante el largo mes de la exhibición: los volcaron y rociaron con pintura blanca. Una periodista del New Society, entonces un bastión del pensamiento bien visto, se quedó tan trastornada por el espectáculo que se quedó muda por la rabia.

Por todo esto, no es necesario decir, consideré que tenía luz verde, y comencé a escribir Crash, la cual creo es mi mejor novela, y la más original. Tengo que darles crédito a mis editores de aquí (Gran Bretaña), de Europa y Estados Unidos, que yo no tuviera ningún problema en publicarla, y ahora espero la película dirigida por David Cronenberg.

Fragmento de “Smashing Day on the Road” (The Independient, 19 de mayo de 1990), traducido por L. P.


lunes, 1 de abril de 2024

Entrevista a Pablo Capanna, por Luis Pestarini (video)

Entrevista a Pablo Capanna, realizada especialmente para la Convención Nacional de Ciencia Ficción, Encuentro Cercano, realizada en la Biblioteca Popular Ansible, entre el 29 y el 31 de marzo: https://www.youtube.com/watch?v=LAMqI2r8pIM. Esta entrevista cerró la exitosa convención que, además de una serie de conferencias y mesas redondas, contó con una obra de teatro basada en el cuento ganador del concurso Karel Capek convocado especialmente para la ocasión, "Error de sistema", de Hernán Domínguez Nimo, y de un poblada exhibición de editores y autores de ciencia ficción y géneros afines. Todo el evento fue organizado por Carles Ros Mas. 

sábado, 23 de marzo de 2024

Encuentro cercano: convención nacional de ciencia ficción. Programación.


Los días 29, 30 y 31 de marzo, la Biblioteca Popular Ansible, especializada en ciencia ficción, fantasía y terror, alojará una convención de ciencia ficción, de entrada libre y gratuita, en la sede de la Biblioteca Popular Ansible, en Café Artigas, Artigas 1850, C. A. B. A.

 

Programación

 

Viernes 29 de marzo, 20 hs.

Estreno: “Error de sistema”, cuento ganador del concurso Karel Capek convocado especialmente para la ocasión, de Hernán Domínguez Nimo. Adaptación teatral a cargo de la Cooperativa Cultural Café Artigas y Pablo Bronzini. Reservas a bibliotecapopularansible@gmail.com. Costo: a la gorra. Jurado: Laura Ponce, Wanda Elfbaum y Luis Pestarini.

 

Sábado 30 de marzo

14 a 20 hs.

Feria de editoriales y dibujantes con música de space age pop (años cincuenta y sesenta), a cargo de Pablo Bronzini.

 

15 a 16 hs.

La ciencia ficción argentina de los años sesenta, a cargo de Matías Carnevale

 

15 a 18 hs.

Mesa de rol: La quinta expedición, una aventura espacial en Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, a cargo de Un Tirito de Cordura

 

16 a 17 hs.

¿Hay Alien ahÍ?: pantallas y visión en Alien (1979) y Alien: Isolation, a cargo de Daniel Lanark

 

17 a 18 hs.

Musicalización en vivo de un fragmento de Aelita, la reina de Marte, a cien años de su estreno, a cargo de Pablo Bronzini

 

18 a 19 hs.

Ansible investiga: mitos y verdades sobre la ciencia ficción latinoamericana, a cargo de Ezequiel de Rosso y Lucía Vázquez

 

19 a 20 hs.

La penúltima verdad: locura, política y espiritualidad en la obra de Philip K. Dick, a cargo de Marcelo Acevedo y Martín Rimbretaud

 

20 hs.

Velada homenaje: premio a la labor de una vida dedicada a la ciencia ficción y el fantástico.

Domingo 31 de marzo

 

14 a 20 hs.

Feria de editoriales y dibujantes con música de space age pop (años cincuenta y sesenta), a cargo de Pablo Bronzini.

 

15 a 16 hs.

Futuro destapado: ¡un recorrido por las tapas más rocambolescas del Pulp argentino!, a cargo de Christian Vallini Lawson y Mariano Buscaglia.

 

15 a 18 hs.

Mesa de rol: El asedio de River Plate: un capítulo clásico de El eternauta de H. G. Oesterheld y Solano López, a cargo de Tirito de Cordura.

 

16 a 17 hs.

Entre sonámbulas e invasiones: el cine de ciencia ficción en Argentina, a cargo de Ayi Turzi.

 

17 a 18 hs.

Una mano narra la otra: lectura y dibujo en vivo de un Miéville rioplatense, a cargo de Mallory Craig-Kuhn y Flavio Greco Paglia.

 

18 a 19 hs.

Posibilidades de viajes por portales estelares: los relatos de supuestos viajeros, a cargo de Andrés Ozols y Walter Pérez Blanco.

 

19 a 20 hs.

Presentación de Minotauro: una odisea de Paco Porrúa, a cargo de Martín Felipe Castagnet.

 

20 hs.

Cierre de la convención con videoentrevista a Pablo Capanna a cargo de Luis Pestarini.

 



viernes, 22 de diciembre de 2023

 


Se publicó el número 55 de Cuásar después de 8 años de receso. Con 132 páginas, su contenido es el que se detalla a continuación:

Cuentos

“Dale mi cariño a la familia”, de A. T. Greenblatt, premio Nebula 2020. Una historia que rescata el tradicional sentido de la maravilla de la ciencia ficción.

“El camino de Jonás”, de Juan Simerán, ganador del último Premio Tristana de Novela Fantástica.

“No presente cargos y no demandaré”, de Charlie Jane Anders, premio Theodore Sturgeon Memorial al mejor cuento de ciencia ficción de 2017.

“Madre”, de Erick J. Mota, considerado como el mejor escritor cubano de ciencia ficción de su generación.

“El bosque”, de Paula Ruggeri, una fantasía oscura que entremezcla los mitos y las leyendas.

“El peso del amanecer”, de Vylar Kaftan, novela corta ganadora del Premio Nebula, ambientada en un mundo donde los Incas no fueron subyugados por los españoles.

Artículo

“Un panorama de la ciencia ficción argentina en los últimos años”, de Luis Pestarini, una guía de lectura que repasa treinta y cinco libros del género publicados desde 2018.

Cuasarianas

“Angélica Gorodischer” (1928-2022)

“Reediciones de ciencia ficción argentina”

Más allá: la generación que leyó el futuro”

“Marcelo Cohen (1951-2022)”

“Biblioteca Popular Ansible”

En venta en Libros del Árbol, Combate de los Pozos 255, CABA, Lunes a viernes de 15 a 20 hs., o a través de Mercado Libre: https://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-1395371051-cuasar-55-revista-ciencia-ficcion-y-literatura-fantastica-_JM#position=5&search_layout=stack&type=item&tracking_id=3d573e53-0f29-451a-8ee2-038d2df1df90

Para ventas al exterior contactar a luispestarini@gmail.com

Las colecciones de ciencia ficción (IV): Ciencia ficción de Ultramar (primera parte), por Luis Pestarini

 


A fines de los setenta en España se estaba publicando mucha ciencia ficción en la modalidad “colección especializada”: Super Ficción de Martínez Roca, Ciencia/Ficción de Acervo, los libros de Nueva Dimensión, Libro amigo de Bruguera, en particular la serie de antologías Ciencia Ficción, y varias más. En este marco, la editorial Ultramar decidió sacar una colección de libros, Maestros de la Ciencia Ficción que reeditó varios títulos de la argentina Emecé. Pocos años después, en 1982, esta colección se transformaría en la subcolección Ciencia Ficción de Grandes éxitos de bolsillo, donde se reeditarían nuevamente todos estos títulos. La colección de amable formato pocket fue una de las de duración más extensa en lengua española.

A cargo de esta nueva colección quedó Domingo Santos (1941-2018), que había participado como director en varias de las series ya mencionadas, incluso en simultáneo, y que por ende mostraba una amplia experiencia. A pesar de su labor de escritor y traductor, es considerada su tarea como director literario la que mejor desarrolló y más aporto a la difusión del género en España y Latinoamérica. En esta primera entrega vamos a realizar una rápida reseña de los primeros veintiocho títulos que conformaron la colección que los lectores conocemos como “los libros de Ultramar”. El total de libros publicados fue de 124 aunque llegó a publicar hasta el número 123. ¿Cómo se explica esto? Es que el número 69 se repite en dos libros: Los anales de los heechees y una reedición de Dune, que ya había salido con el número 8.

Muchas de las traducciones, en particular en la primera etapa, son de Domingo Santos, lo que no es una buena noticia. Después los traductores varían y la calidad mejora. En cuanto a la selección de títulos, es muy variada. Seguramente por razones comerciales de época hay una fuerte inclinación por las sagas, hay varios libros de autores españoles y un par de latinoamericanos. Para comprender algunos de los criterios de Santos, Ángel Torres Quesada cuenta aquí sobre cómo le publicaron la trilogía de Las Islas del Infierno: en resumen, el escritor andaluz envió la primera novela que da título a la serie a Santos, quien le dijo que le había gustado, que cuántos libros pensaba escribir. Torres Quesada le dijo que dos más. Santos le contestó que hasta que no estuviera el segundo no publicaría el primero porque necesitaba que por lo menos estuviera al mismo nivel. ¿Y sobre el tercero? preguntó Torres Quesada. Santos contestó: Que hiciera lo que quisiera, total a los que les gustaron los dos primeros iban a comprar el tercero y, en todo caso, si los decepcionaba se la iban a agarrar con el autor.

Este criterio es bastante probable que se aplicara también en Estados Unidos porque en la mayoría de las series, en particular las que fueron apareciendo en esta colección, la calidad va francamente en descenso, a veces de manera muy marcada. Prueba de esto son las series del Mundo del Río de Farmer o la Saga del Exilio en el Plioceno de Julian May. Pero en contraposición la colección incluyó títulos muy valiosos que difícilmente hubieran visto otra edición en español, y en algunos casos fueron colecciones de cuentos.

El primer libro de la colección apareció en 1982 y el último, y curiosamente uno de los mejores, Crystal Express de Bruce Sterling, en 1992. La distribución en Argentina fue amplia hasta los últimos números, en que se volvió irregular. Hay un volumen que nunca se distribuyó en nuestro país: el primer tomo de Dhalgren de Samuel R. Delany. La extensa novela se dividió en tres partes, y los dos tomos restantes sí se distribuyeron, lo que provocó que los lectores fueran de librería en librería buscando un libro inhallable.

Presentamos aquí, entonces, una breve reseña de los primeros veintiocho libros, algunos de ellos muy conocidos.

 

1. Clarke, Arthur C. Cita con Rama (Rendezvous with Rama, 1973) 1982. 247 p. Traducido por A. Gámez.


El primer título de la colección es la clásica novela de Clarke. Ya había sido publicada por la misma editorial en la colección que precedió a esta y, antes de eso, en Argentina por Emecé, en la colección que reseñamos anteriormente. Tuvo varias ediciones en esta colección.

 

2. Farmer, Philip José. A vuestros cuerpos dispersos (To your scattered bodies, 1971) 1982. 277 p. Traducido por Domingo Santos.

Otro clásico de la época, también una reedición ya que tenía dos versiones previas, una argentina y otra española. Primera novela de la serie “Mundo del Río”, en realidad es el ensamble de dos relatos de los años sesenta. La historia es bastante conocida: unos seres desconocidos reviven a toda la humanidad en las riberas de un río interminable rodeado de montañas imposibles de escalar. Farmer se tienta y pone como protagonistas a varios personajes históricos: Richard Francis Burton, Alice Liddell (la inspiración de la Alicia de Lewis Carroll), Samuel Clemens (Mark Twain); Jack London, Cyrano de Bergerac, mezclados con personajes ficticios de distintas épocas. La historia, narrada mediante el muy efectivo recurso del cliffhanger donde al final de cada capítulo uno o varios personajes quedan en una situación crítica, tuvo éxito en su momento y aún vale la pena. Y dio lugar a una serie de continuaciones no tan exitosas que Ultramar publicó a continuación.

 

3. Farmer, Philip José. El fabuloso barco fluvial (The fabulous riverboat, 1971) 1982. 293 p. Traducido por Domingo Santos.

4. Farmer, Philip José. El oscuro designio (The dark design, 1977) 1983. 475 p. Traducido por Domingo Santos.

5. Farmer, Philip José. El laberinto mágico (The magic labyrinth, 1980) 1983. 436 p. Traducido por Domingo Santos.


Los siguientes tres títulos de la colección son parte de “Mundo del río”, el primero de los cuales, El fabuloso barco fluvial, ya tenía dos versiones en español, mientras que El oscuro designio y El laberinto mágico, eran novelas inéditas. El fabuloso barco fluvial no es una continuación directa de A vuestros cuerpos dispersos sino que sigue a Clemens en una aventura paralela, sumando más personajes, como sucede en las otras dos novelas, escritas especialmente para aprovechar el éxito de la serie. Como sucede con muchas de las sagas más conocidas, pasan muchas cosas, se suman más personajes (en general poco conocidos o directamente creados por Farmer), pero la trama avanza muy poco y nada sabemos de la cuestión de fondo: quienes resucitaron a los humanos. Para peor, parece que las historias solo son protagonizadas por estadounidenses más algunos franceses y uno que otro de orígenes exóticos. Pero más allá de estas cuestiones bastante nimias, el problema de fondo es que se nota cada vez más que Farmer y sus editores están dispuestos a exprimir hasta la última gota a esta serie de éxito. Y todavía queda un último libro.

 

6. Fuentes del paraíso (The fountains of paradise, 1979) 1983. 301 p. Traducido por Edith Zilli.

Segunda edición de esta novela en distintas colecciones de Ultramar, sigue la versión publicada por Emecé en 1980. Clarke lo consideraba su mejor libro. Trabaja básicamente sobre la idea de construir un enorme ascensor que comunicará la Tierra con el espacio, atravesando la atmósfera y evitando así el trayecto más difícil del viaje espacial. Ambientada en el siglo XXII, el proyecto tiene un primer problema: el lugar más apropiado para construir este ascensor es en una montaña en Sri Lanka, un lugar sagrado donde existe un monasterio. Hay un poco de todo en esta novela, hasta un breve contacto con extraterrestres, y se lee con facilidad, pero en contra de la opinión del autor, no es su mejor obra. Ganó los premios Hugo y Nebula.

 

7. Gálvez, Pedro. La hormiga. 1983. 211 p.

Este volumen es el primero que no apuesta a lo seguro y, se sospecha, no fue una elección original de Santos para la colección sino que ya estaría en los planes de la editorial que decidió publicarlo aquí, algo que resulta un poco inexplicable, al igual que el mismo libro. Compuesto básicamente por el diario de una hormiga que ha leído filosofía y desea contar como es la vida de sus congéneres, es básicamente un manual de entomología, no una novela, y menos de ciencia ficción.

 

8. Herbert, Frank. Dune (Dune, 1965) 1983. 702 p. Traducido por Domingo Santos.

9. Herbert, Frank. El mesías de Dune (Dune messiah, 1969) 1983. 305 p. Traducido por Domingo Santos.

10. Herbert, Frank. Los hijos de Dune (Children of Dune, 1976) 1983. 546 p. Traducido por Domingo Santos.

Si hay que apostar sobre seguro, qué mejor opción que la reedición de los tres primeros títulos de la


serie Dune, que habían sido publicados pocos años antes por Acervo. No hay mucho que se pueda decir del primero de los libros, un clásico inoxidable y ya muy conocido. Vale resaltar que Herbert no subraya la tecnología sino más bien cuestiones humanistas, y es pionero en estos libros en el tratamiento de la ecología como una cuestión fundamental. Originalmente el autor pensó estos tres libros como una tetralogía, ya que el primero fue publicado en dos seriales en la revista Analog entre 1963 y 1964, y después los unificó en un único volumen. Los volúmenes posteriores al tercero no fueron parte del plan original. Vale señalar que la traducción deja mucho que desear y no fue mejorada tras la edición de Acervo.

 

11. Farmer, Philip José. Dioses del mundo del río (Gods of Riverworld, 1983) 1984. 329 p. Traducido por Domingo Santos.

Esta novela cierra el ciclo de la saga Mundo del Río, donde se explica finalmente por qué había renacido toda la humanidad en las riberas de un río interminable y quién había provocado este fenómeno. Durante cuatro libros se alimentó el misterio y estaba claro que, o Farmer tenía un as en la manga pensado desde el comienzo, o la resolución del enigma iba a ser decepcionante. Lamentablemente sucedió esto último. Muy criticada en su momento, Dioses del mundo del río no está a la altura de las expectativas pero tampoco es el desastre que se pretendió que era. Es una entretenida novela más de ciencia ficción, con algunos momentos logrados.

 

12. Farmer, Philip José. El mundo del río y otras historias (Riverworld and other stories, 1979) 1984. 327 p. Traducido por Víctor Conill. Contiene: El mundo del río. J. C. en el rancho turístico. El volcán. La patrulla del amanecer de Henry Miller. El enigma del puente doliente... entre otros. Brass y Gold (o Caballo y Zepelín en Beverly Hills). El Niño Podrido en la Jungla pasa de todo. La voz del sonar en mi apéndice vermiforme. Monólogo. El arrendador de dos males. El fantasma de las cloacas.

Para extraer lo último que se podía de Mundo del Río llegó esta antología que lleva el nombre de la saga como título y que busca confundir al lector: incluye el relato original que dio origen a toda la serie, de 1966, pero el resto de los cuentos son parte de la producción más experimental de Farmer, entre los que hay varias imitaciones de otros escritores como Henry Miller, una mezcla de los Burroughs (William y Edgar Rice, o como hubiera sido Tarzán contado por el primero), y Malcolm Lowry, entre otros. Es interesante la lectura de este libro porque permite apreciar la gran variedad de registros que tenía Farmer, pero la mayoría de los cuentos no pasan de ser ejercicios literarios, aunque de los buenos.

 

13. Harrison, Harry. Catástrofe en el espacio (Skyfall, 1976) 1984. 279 p. Traducido por O. Sachs.

Otro título publicado diez años antes por Emecé en la colección que ya reseñamos, pero aparentemente en otra traducción.

 

14. Clarke, Arthur C. 2010: odisea dos (2010: odyssey two, 1982) 1985. 309 p. Traducido por Domingo Santos.

Otra novela que ya tenía una versión en Emecé y había sido publicada por Ultramar en la colección Best Seller en 1983. Pertenece a un período del género en el cual la industria editorial tentaba a los escritores de ciencia ficción a hacer continuaciones del obras famosas. El problema es que muchos de estos libros están pensados más como best sellers. Algo de eso pasa con 2010, pero con cierto barniz de “novela filosófica”, como le gustaba a Clarke, aunque no tan pretenciosa como otros de sus libros.

 

15. Barjavel, René. La noche de los tiempos (La nuit des temps, 1968) 1985. 287 p. Traducido por Claudia Martínez.

Esta novela del francés Barjavel (1911-1985) tiene varias ediciones previas en Argentina y España. Trata sobre una expedición a la Antártida que localiza los restos de una civilización antiquísima y algunos seres conservados por una máquina. La trama es bastante tonta y muy inverosímil, y tiene cierto tufillo a los libros de Von Däniken y Berlitz que comenzaban a hacerse populares cuando fue escrita.

 


16. Herbert, Frank. Dios emperador de Dune (God emperor of Dune, 1981) 1985. 561 p. Traducido por Domingo Santos y Monserrat Conill.

Otra reedición en formato de bolsillo de una novela publicada en formato grande. Es la primera de la serie Dune publicada tras la trilogía original. Herbert está muy preocupado por contar sus opiniones sobre el devenir de la raza humana y sus problemáticas más urgentes, a través de la transformación de Leto II, hijo de Paul Atreides, en un gusano de arena. El autor siempre tuvo un problema: cuenta mucho de la historia a través de diálogos interminables donde no pasan demasiadas cosas, pero los lectores de la trilogía original seguramente preferirán tener una opinión propia sobre este libro.

 

17. Herbert, Frank. Herejes de Dune (Heretics of Dune, 1984). 1985. 568 p. Traducido por Domingo Santos.

Quinta entrega de la saga, está ambientada miles de años en el futuro por lo que las condiciones sociales necesariamente han variado. Herbert abusa menos de los diálogos para contar la historia pero recurre nuevamente a la narración coral. Llegados a este punto, seguramente los seguidores de la saga no necesitarán una recomendación.

 

18. Uribe, Augusto, comp. Latinoamérica fantástica. 1985. 298 p. Contiene: Los trepadores, Sergio Gaut vel Hartman. El intermediario, Marcial Souto. Primera línea, Carlos Gardini. Vidas ejemplares, Jaime Poniachik. Quiramir, Eduardo Abel Giménez. Una flor lnca, Raúl Alzogaray. Entre gatos y medianoche, Graciela Parini. El negro, Fernando Morales. El vendrá por mí a medianoche, Daniel Barbieri. Tesis para una nueva literatura fantástica nacional, Daniel Croci. La casa abandonada, Mario Levrero. El plumero, W. Gabriel Mainero. El manuscrito de Juan Abal, Elvio E. Gandolfo. La sueñera, Ana María Shua. Mopsi, te odio, Eduardo Carletti. La garra perpetua, Tarik Carson. El mudo, André Carneiro. Tres cuentos, Esteban Sayegh. Acerca de ciudades que crecen descontroladamente, Angélica Gorodischer.

Primera antología y una auténtica curiosidad dentro de la serie: una colección de cuentos de autores latinoamericanos o deberíamos decir rioplatenses ya que todos, salvo Carneiro (brasileño) son argentinos o uruguayos. Uribe es el seudónimo del investigador, crítico y coleccionista español Agustín Jaureguizar (1935). Casi todos los textos fueron publicados originalmente en revistas argentinas de comienzos de los ochenta, incluso en Cuásar.

 

19. May, Julian. La tierra multicolor (The many colored land, 1981) 1985. 494 p. Traducido por Domingo Santos.

Primer volumen de la Saga del Exilio en el Plioceno, que en su momento hizo mucho ruido. Su autora, Julian May (1931-2017), era una activa miembro del fandom que había publicado más de doscientos libros de divulgación para el público juvenil con seudónimos pero apenas un puñado de cuentos. El disparador de la trama es sencillo: inicialmente ambientada en un futuro de space opera con una humanidad en contacto con otras razas extraterrestres, a aquellas personas que no se adaptan a las nuevas condiciones sociales se les da la opción de exiliarse seis millones de años en el pasado, llevando lo necesario para sobrevivir en buenas condiciones pero sin posibilidades de regresar. Pero el Plioceno es muy distinto de lo que esperaban. Novela entretenida sin mayores ambiciones.

 

20. May, Julian. El torque de oro (The Golden Torc, 1982). 1985. 483 p. Traducido por Domingo Santos.

Continuación directa de la trama de La tierra multicolor, no puede leerse de manera independiente. Sigue el recorrido de los protagonistas en su devenir seis millones de años en el pasado de la Tierra habitada por dos razas extraterrestres.

 

21. Poe, Edgar Allan. La ciencia ficción de Edgar Allan Poe (The Science Fiction of Edgar Allan Poe, 1976) 1985. 269 p. Traducido por Julio Gómez de la Serna y otros. Contiene: Manuscrito encontrado en una botella. La aventura sin par de un tal Hans Pfaall. La conversación de Eiros y Charmion. Un descenso dentro del Maelstrom. Coloquio entre Monos y Una. Una historia de las montañas Ragged. Revelación mesmérica. Breve charla con una momia. El poder de las palabras. El método del doctor Alquitrán y del profesor Trapaza. El extraño caso del señor Valdemar. Mellonta tauta. Von kempelen y su descubrimiento.

Otro volumen inusual dentro de la serie, uno de los dos compuesto por textos del siglo XIX. Además, se recurre a traducciones de mediados del siglo pasado. Más allá de que el libro no encaja en la línea de la colección y de que siempre es bueno leer/releer a Poe, queda pendiente la respuesta a la pregunta de si estos libros se publicaban únicamente porque no se pagan derechos de autor. Ya había una edición de los cuentos de ciencia ficción de Poe con un contenido distinto:  Caralt, 1978. 215 p. (Ciencia-ficción, 21).

 

22. May, Julian. El rey nonato (The nonborn king, 1982) 1985. 506 p. Traducido por Domingo Santos.


23. May, Julian. El adversario (The adversary, 1984) 1985. 588 p. Traducido por Domingo Santos.

En estos dos últimos volúmenes de la primera parte de la saga de la La tierra multicolor siguen las intrigas entre las distintas razas que habitan el Plioceno, entre ellas la humana. Estos últimos tienen como objetivo volver al siglo XXII y se abre una posibilidad para que se concrete esto. May continúa con las mismas virtudes y defectos de los volúmenes anteriores: la historia es atrapante pero los personajes son chatos y resulta finalmente una lectura liviana, una saga bastante típica de los ochenta (y característica de Ultramar). Hoy parece bastante anacrónica.

24. Silverberg, Robert. Sadrac en el horno (Shadrach in the furnace, 1976) 287 p. Traducido por C. González Ania.

Otro de los libros originalmente publicados por Emecé en su colección Ciencia-Ficción y reeditado por Ultramar en la colección que precedió a esta en 1977. Se puede leer una reseña en el artículo correspondiente en esta web sobre la colección de Emecé más abajo, pero podemos señalar que es una novela menor de Silverberg aunque pertenece a su período más destacado, entre 1966 y 1976, siendo la última publicada antes de dejar de escribir por un período de cinco años.

 

25. Vance, Jack. Los chasch (City of the chasch, 1968) 1986. 222 p. Traducido por Domingo Santos.

26. Vance, Jack. Los wankh (Servants of the wankh, 1969) 222 p. Traducido por Domingo Santos.

27. Vance, Jack. Los dirdir (The dirdir, 1969) 1986. 215 p. Traducido por Domingo Santos.

28. Vance, Jack. Los pnume (The pnume, 1970) 1986. 192 p. Traducido por Domingo Santos.


Estas cuatro novelas breves de Jack Vance (1916-2013) componen el Ciclo de Tschai. Ambientado en el planeta de ese nombre, sigue las aventuras de Adam Reith, un humano que ha llegado en respuesta a un pedido de ayuda recibido ciento cincuenta años antes. Cada uno de los títulos es el nombre de una de las razas que habitan el planeta, que no son nativas, y que están en conflicto entre ellas. Ademas, hay humanos que son tratados como esclavos o sirvientes, según a quien sirvan. Colorida, entretenida, esta serie de aventuras no tiene respiro. Casi todos sus personajes, ni hablar de los femeninos, son de cartón pintado, pero aún así se puede leer sin pretensiones. No tiene reedición y son casi inhallables.