domingo, 17 de diciembre de 2023

Minotauro: una odisea de Paco Porrúa, de Martín Felipe Castagnet, por Luis Pestarini


Cualquier lector con un poco de experiencia en ciencia ficción sabe de la importancia de Ediciones Minotauro que, desde su primer volumen, las Crónicas marcianas de Bradbury prologadas por Borges, inició una operación de legitimación del género que llevaría adelante durante décadas. Esta es la característica más notable que tuvieron las publicaciones de Minotauro: traducciones y presentaciones muy cuidadas de títulos literarios, que se diferenciaban claramente de los que se publicaban en España en las décadas del cincuenta y sesenta. De allí llegaban los libros de la primera Nebulae, más orientados a una ciencia ficción más clásica, cercana a la space opera, en ediciones dignas, que se mezclaban con las de Vértice o Cenit, francamente infames, aunque muchos de sus títulos no lo fueran.

Minotauro fue un proyecto de Francisco “Paco” Porrúa (1922-2014), español de nacimiento, argentino por adopción, llevado adelante hasta fines de la década del setenta en nuestro país, para trasladarse a España por la dictadura. En el cambio de milenio Minotauro pasó a manos de Planeta, ansiosa por tener los derechos de la obra de Tolkien. Previsiblemente bajo el Grupo Planeta el catálogo se desdibujó hasta que se volvió irreconocible, al punto en que Porrúa pidió que no le enviasen más ejemplares de cortesía porque le amargaba ver en qué se había convertido su Minotauro.

No es frecuente que se publique un libro sobre el devenir de una editorial, y menos si se trata de una editorial especializada en ciencia ficción y literatura fantástica, por eso resultó una agradable sorpresa el anuncio de la publicación de Minotauro: una odisea de Paco Porrúa, un trabajo de investigación de Martín Felipe Castagnet, publicado por Tren en Movimiento. Castagnet es autor de una buena novela de ciencia ficción, Los cuerpos del verano.

El libro está dividido en cinco partes. La primera de ellas es lo que habitualmente se conoce como el “marco teórico”: presenta a la ciencia ficción, en particular a la ciencia ficción contemporánea, la de los últimos cien años. Está introducción está muy simplificada y hay algunos errores llamativos, como señalar que Hugo Gernsback, el primer editor de una revista de ciencia ficción, vivió 113 años, aunque tenemos que sospechar que se debe a un error de tipeo no advertido.

La segunda parte del libro es tal vez la más relevante, y describe el recorrido biográfico de Porrúa. Castagnet tuvo acceso a documentación como cartas y archivos personales, pudo entrevistar a familiares y colaboradores de Porrúa (y una vez al mismo Porrúa) y sacó muy buen provecho de estos recursos. Leyendo estas páginas uno se puede hacer una buena idea del personaje que fue el editor de Minotauro, de su formación intelectual, de sus influencias francesas en los inicios editoriales y de cómo construyó no solo un proyecto editorial único y brillante, capaz de destacarse por sobre otras propuestas no solo en nuestra lengua, sino en cualquiera, sino que contribuyó a instalar a escritores como Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.

Sobre el catálogo de Minotauro se ocupa la extensa tercera parte de este trabajo de investigación. Castagnet afirma que no hay ninguna bibliografía que cubra todo lo publicado por Minotauro, lo que es cierto hasta donde uno sabe, pero hay suficientes herramientas como para reconstruirla a través de la web. Por ejemplo, se puede recurrir a las bases de datos de los ISBN de España o Argentina que son muy completas (aunque no cubren el período completo de existencia de Minotauro) o los catálogos de grandes bibliotecas, como el de la de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, en donde, buscando por editorial “Minotauro”, encontramos: Casa tomada, de Julio Cortázar, de 1969, en una edición apaisada de 22 x 31 cm, donde el texto avanza página a página sobre el plano de un departamento, a lo largo de 78 páginas. Que esta edición, la más importante de Minotauro en estos términos bibliófilos, no esté mencionada en Minotauro: una odisea de Paco Porrúa, opaca severamente este trabajo. Más allá de esto, el recorrido que hace Castagnet es bastante preciso y clarificador, aunque se le pasan algunos detalles. Por ejemplo, que en el quinto tomo de los Cuentos completos de Dick se omite un cuento: “We Can Remember It for You Wholesome”, algo que provocó bastante escándalo en su momento (2008).

El siguiente capítulo se detiene en los traductores y escasamente en las traducciones. Devela lo que era vox populi: que la mayoría de los primeros traductores eran seudónimos (heterónimos los denomina Castagnet) de Porrúa: Manuel Figueroa, Ricardo Gosseyn, Luis Domenech, Gregorio Lemos, José Valdivieso, etc. ¿Era Porrúa un gran traductor? Todos parecen sobreentender que sí, incluso Castagnet. Me voy a remitir a dos experiencias personales. Hace muchos años, traduciendo una cita de un cuento de Bradbury en un artículo para Cuásar, decidí recurrir a la traducción canónica; el cuento estaba en Las doradas manzanas del sol. Me costó bastante localizar el fragmento de la cita de unas 70 palabras ¡porque Porrúa había cambiado la metáfora que encerraba la cita, de manera radical! Por eso sería que García Márquez dijo que prefería leer a Bradbury en español antes que en inglés. Otro ejemplo: trabajando en una traducción anotada de textos de Lovecraft, por curiosidad revisé un par de párrafos de El color que cayó del cielo en la edición de Minotauro: párrafos medianamente largos, Porrúa los había podado hasta reducirlos a la mitad. Entonces, aquí hay un debate no saldado sobre hasta donde puede intervenir el texto un traductor. En el libro no se menciona nada sobre las intervenciones de Porrúa sobre los textos originales.

La última parte del libro es una de las más interesantes ya que analiza las distintas etapas estéticas de las tapas (y en algunos casos interiores) de las ediciones, que incluyeron no pocos artistas reconocidos hasta que Minotauro fue adquirida por Planeta. Cierran el libro unas breves conclusiones, una extensa bibliografía y un catálogo editorial que cierra en 2016, bastante incompleto en los últimos años. Hay que agregar que incluye abundantes páginas en papel ilustración color con numerosas tapas icónicas.

Tal vez se haya pensado este libro como una investigación definitiva sobre el fenómeno Minotauro, en particular sobre la etapa desarrollada bajo la dirección de Porrúa. No lo es, pero aún así es un trabajo imprescindible que aporta una cantidad de información y análisis como ninguna otra publicación haya hecho en español sobre una editorial tan singular como esta que, en sus primeras décadas, se la puede contemplar en una terna al mejor catálogo del género a nivel mundial. Para entender esta condición, una breve anécdota: a fines de los ochenta, dos editoriales pujaban por la publicación de Neuromante en español. Una, editaba varios libros de género mensualmente y ofreció mucho más dinero por los derechos. La otra, Minotauro, apenas sacaba cinco libros por año. Ya sabemos qué editorial publicó la obra de Gibson.

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