domingo, 2 de agosto de 2020

Las colecciones de ciencia ficción (I): Nebulae Segunda Época, Tercera parte, por Luis Pestarini

Tercera y última parte del análisis, título por título, de los libros publicados por EDHASA en la colección Nebulae, en su segunda etapa.

47. El grito de las nubes (Cloud Cry, 1977), Sydney J. Van Scyoc. 214 p. 1980. Traducido por Arturo Casals.

Van Scyoc (1939) publicó una decena de novelas y unos cuantos cuentos desde 1962 pero, a pesar de una buena calidad media, ninguna de sus obras alcanzó a tener repercusión. Es el caso de esta novela, una extensión de su cuento “Deathsong” (1975). Narra la historia de dos humanos y un alienígena que son puestos en cuarentena en un planeta desconocido. La narración es colorida y amena pero finalmente intrascendente.

 

48. Fuga para una isla (Fugue for a Darking Island, 1972), Christopher Priest. 151 p. 1981. Traducido por César Terrón.

Inteligente novela del inglés Priest (1943), y su obra de contenido político más explícito. En un futuro no muy distante hay una guerra nuclear en África que provoca una inmigración masiva a Gran Bretaña de gran cantidad de habitantes de sus ex colonias. El sistema social comienza a desintegrarse por la ineptitud de los gobernantes para resolver la crisis y estallan los conflictos sociales. Una novela que hoy se puede leer dialogando con la realidad.

 

49. Enemigos del sistema (Enemies of the System, 1977), Brian W. Aldiss. 167 p. 1981. Traducido por Domingo Santos.

Novela corta extendida hasta las 167 páginas gracias al gigantismo tipográfico. Es una sátira del conformismo y del colectivismo como actitudes sociales. Se lee en un rato y no agrega ni quita nada a la obra de Aldiss.

 

50. Futuro imperfecto, Domingo Santos. 1981. 245 p.

Santos (seudónimo de Pedro Domingo Mutiñó, 1941-2018) fue una figura central en la difusión de la ciencia ficción en español. Comenzó escribiendo y publicando en la década del cincuenta para ir privilegiando las tareas de director editorial y traductor con el paso de los años. Su obra literaria tuvo una clara evolución temática desde las novelas de aventuras de ciencia ficción mayormente irrelevantes hasta historias más breves preocupadas por cuestiones como la degradación ambiental, el poder de las grandes corporaciones o los conflictos sociales con un tono levemente satírico y claramente inspirado en autores como Sheckley o Ellison. Este volumen reúne cuentos de los años setenta, rutinarios, bastante superficiales. Es el único volumen de la colección escrito originalmente en español.

 

51. Titán (Titan, 1979), John Varley. 326 p. 1981. Traducido por César Terrón.

En los setenta Varley (1947) parecía la estrella más prometedora de su generación, pero su nombre se fue desvaneciendo de los primeros planos hasta que su aparición se volvió esporádica e irrelevante. Titán es el primer título de una trilogía, seguido por La hechicera (último volumen de Nebulae) y Demon, inédita en español. En Titán se narra el envío de una expedición comandada por una mujer a explorar el satélite saturnino del título, para descubrir que no es una masa de roca sino un ser vivo artificial. En su interior hay un universo de seres extraordinarios y míticos. La narración es entretenida y creativa, pero fue duramente criticada su protagonista femenina por responder a estereotipos, en particular en su sexualidad, abundantemente descripta.

 

52. Indoctrinario (Indoctrinaire, 1970), Christopher Priest. 227 p. 1981. Traducida por César Terrón.

Novela de ciencia ficción claramente kafkiana en su clima, oscura y derivativa, que cuenta la historia de un individuo que se ve trasladado inexplicablemente de un laboratorio secreto en la Antártida a la selva brasileña del siglo XXII, donde es parte de una serie de intrigas mientras intenta escapar. Primera novela de Priest, bastante menor en su producción.

 

53. ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (Do Androids Dream of Electric Sheep, 1968), Philip K. Dick. 196 p. 1981. Traducido por Carlos Peralta (en el libro figura erróneamente que el traductor es César Terrón)

Desde que Ridley Scott la filmara como Blade Runner en 1982, esta novela se ha convertido en la más popular de la obra de Dick, fama nada injusta porque pertenece al conjunto de sus obras importantes. La trama es conocida: en un mundo futuro en el que los animales fueron exterminados y los reemplazaron con robots, el trabajo del protagonista es perseguir androides que intentan hacerse pasar por humanos. La pregunta de qué es ser humano, crónica en la obra de Dick, aparece aquí en primer plano.

 

54. Un planeta llamado Traición (A Planet Called Treason, 1979), Orson Scott Card. 271 p. 1981. Traducido por Domingo Santos.

Los habitantes del planeta Traición están divididos en familias especializadas en un aspecto de la ciencia o del arte. El protagonista pertenece a la que se ocupa de la ingeniería genética, poseyendo un cuerpo que se regenera ante cualquier accidente. Tradicional viaje iniciático, esta novela cuenta el periplo del protagonista por las distintas familias para recuperar su herencia. Nada hacía pensar en los primeros escritos de Card (1951) que su prolífica obra evolucionaría hacia un conservadurismo radical y homofóbico, al punto en que cuando adquirieron los derechos para filmar El juego de Ender, hicieron constar en el contrato que Card no podría hacer declaraciones públicas ni dar entrevistas hasta que la película concluyera su ciclo comercial. Pero los primeros relatos de Card son intensos, imaginativos y bien narrados.

 

55. Torrente de Fuego y otros relatos (Fireflood and Other Stories, 1979), Vonda N. McIntyre. 285 p. 1982. Traducido por César Terrón.

En la obra de McIntyre (1948-2019) se transparenta su formación como bióloga genética: en sus mejores relatos expone los dilemas éticos y humanos que provoca la ingeniería genética, con tramas que a veces rosan el melodrama. No fue una escritora muy prolífica pero su calidad media estuvo muy por encima de la de muchos de sus colegas más famosos. Esta colección de cuentos reúne un puñado de relatos, algunos de ellos premiados en su momento.

 

56. Los solarianos (The Solarians, 1966), Norman Spinrad. 213 p. 1982. Traducido por César Terrón.

En los comienzos de su carrera, Spinrad (1940), escribió un par de space opera con el único objetivo de pagar el alquiler. Los solarianos es su primera novela y pertenece a este grupo. La narración es poco original, liviana y apenas entretenida.

 

57 y 58. Los muchos mundos de Poul Anderson I y II (The Many Worlds of Poul Anderson, 1974) 173 + 191 p. Traducidos por Norma B. de López.

Estos dos volúmenes son representativos de la obra corta de Anderson (1926-2001), autor muy popular entre las décadas del cincuenta y ochenta, al punto en que obtuvo siete premios Hugo y tres Nebula, marca superada por muy pocos autores. Estos libros son una buena muestra del quehacer literario de Anderson, que iba desde la ciencia ficción dura hasta la fantasía, pasando por el space opera y otros subgéneros, e incluyen algunos de sus cuentos premiados.

 

59. Moderan (Moderan, 1971), David R. Bunch. 305 p. 1982. Traducido por César Terrón.

Este volumen reúne casi medio centenar de cuentos cortos que describen un mundo futuro hipertecnológico, que combina fábulas y sátiras, y que puede ser del gusto del lector más exigente o su pesadilla literaria. Describe con breves viñetas el futuro de la humanidad tras un holocausto nuclear que la obligó a convertirse en una raza de ciborgs para sobrevivir. Bunch (1925-2000) fue esencialmente poeta y esto se nota en estos cuentos breves, cuya traducción no le hace justicia a la prosa en inglés. Una edición ampliada de los cuentos de Moderan se publicó en su lengua original en 2018.

 

60. Ojos de ámbar (Eyes of Ambar and Other Stories, 1979), Joan D. Vinge. 325 p. 1982. Traducido por Domingo Santos.

La carrera literaria de Vinge (1948) floreció a fines de los setenta como una heredera sofisticada y feminista de la obra colorida e imaginativa de André Norton, pero en las últimas tres décadas prácticamente no ha publicado nada. En sus relatos recurre a la mitología y a los cuentos de hadas para transformarlos en versiones modernas con el maquillaje de la ciencia ficción. La historia que da título al libro, acerca de los intentos de comunicación entre un lingüista y un alienígena, ganó el premio Hugo.

 

61. Nave de fuego (Fireship, 1978), Joan D. Vinge. 163 p. 1983. Traducido por César Terrón.

Más Vinge en formato no tan corto ya que este breve libro sólo contiene dos novelas cortas. Con las mismas características de los relatos del anterior volumen de la colección Nebulae, pasa como una literatura liviana y un poco melodramática con más elementos del space opera.

 

62. Criptozoico (Cryptozoic, 1967), Brian W. Aldiss. 223 p. 1983. Traducido por Domingo Santos.

Parece que Nebulae se especializó en publicar las novelas menos logradas de Aldiss. En este caso narra las andanzas de un viajero del tiempo que recorre la historia desde los orígenes del universo hasta los días cuando todo ha desaparecido, con monotonía y poca imaginación.

 

63. La otra isla del doctor Moreau (Moreau’s Other Island, 1980), Brian W. Aldiss. 173 p. 1983. Traducido por Rubén Masera.

Reescritura de la novela de Wells en términos más cercanos al fin del milenio: se desarrolla una guerra nuclear en 1996 (un siglo después de la publicación de la original) cuando una nave espacial cae a la tierra con un único sobreviviente, quien llega a una isla donde se realizan sorprendentes experimentos en bioingeniería. A pesar de sus esfuerzos, Aldiss sólo logra un refrito de la novela de Wells.

 

64. ¿Quién anda por aquí? (Who Goes Here?, 1977), Bob Shaw. 167 p. 1984. Traducido por César Terrón.

Esta breve novela se ríe sin complejos de los clásicos de la ciencia ficción, ya desde el título, una parodia de “Who Goes There?”, el relato de John W. Campbell que fue la fuente de la película El enigma de otro mundo. A la manera de Bill, héroe galáctico de Harry Harrison, Shaw se mofa de los héroes de las historias bélicas de ciencia ficción con ingenio y buen ritmo. Particularmente recomendable para los lectores que manejan los códigos de la ciencia ficción y tienen un sentido del humor bien desarrollado.

 

65. La transmigración de Timothy Archer (The Transmigration of Timothy Archer), Philip K. Dick. 220 p. 1984. Traducido por Carlos Peralta.

Última novela de Dick publicada en vida, conforma junto con SIVAINVI, Radio Libre Albemuth y La invasión divina una serie con pocos contactos con la ciencia ficción o la fantasía —en particular ésta—, originadas en las experiencias místicas de Dick de mediados de los setenta. Cuenta la búsqueda de fe del obispo Archer a través de distintas experiencias. Es importante como lectura complementaria de la obra de Dick y el libro más sencillo y accesible de su último período.

 

66. Los proscriptos del Cinturón del Cielo (The Outcasts of Heaven Bell, 1978), Joan D. Vinge. 218 p. 1984. Traducido por Carlos Peralta.

Esta primera novela de Vinge es una mezcla de aventuras y romance ambientada en un futuro distante en el cual se ha colonizado el Sistema Solar. En el Cinturón de Asteroides se han producido varias guerras civiles y una nave espacial que llega del espacio profundo altera el precario equilibrio. Sin mayores pretensiones, hoy se ve anacrónica y olvidable.

 

67. Mundos cálidos y otros (Warm Worlds and Otherwise, 1975), James Tiptree Jr. 241 p. 1985. Traducido por Carlos Peralta.

La primera colección de cuentos de Tiptree reúne lo más destacado entre los publicados en sus iniciales cinco años de carrera. Recopilación variada tanto en temas como en calidad, destacan “La muchacha que estaba conectada” y “Amor es el plan el plan es la muerte”. Incluye el famoso prólogo de Robert Silverberg en el que especula sobre la identidad real que se escondía detrás del seudónimo de Tiptree, concluyendo que era un hombre de unos cincuenta años.

 

68 y 69. Las doce moradas del viento I y II (The WindsTwelve Quarters, 1975), Ursula K. Le Guin. 205 + 180 p. 1985 y 1986. Traducidos por María Elena Rius.

La ficción corta de Le Guin (1929-2018) siempre fue a la zaga de sus novelas en la consideración de la crítica. Sin embargo, con una selección de sus relatos más destacados se podría armar una de las mejores antologías de ciencia ficción y fantasía. Las doce moradas del viento no reúne lo mejor de Le Guin porque es una antología temprana, pero incluye algunos de los cuentos más estremecedores de la ciencia ficción como “Los que se marchan de Omelas” y varios más, alternando fantasía y ciencia ficción. Uno de los puntos altos de Nebulae.

 

70. Herederos de las estrellas (Inherit the Stars, 1977), James P. Hogan. 293 p. 1986. Traducido por B. Ramiro.

Ésta fue la primera novela publicada por Hogan (1941-2010), pero muestra en forma pronunciada las características de su producción posterior: historias de contenido político en formato de thriller, enmarcadas en futuros hipertecnológicos, un acentuado conservadurismo ideológico y una escritura de virtudes muy cortas. En el mejor de los casos esta novela puede pasar como un policial liviano.

 

71. La hechicera (Wizard, 1980), John Varley. 495 p. 1987. Traducido por Antonio Samons y Hernán Sabaté.

Secuela de Titán. Narra las aventuras de la protagonista en el mundo vivo que resultó ser el satélite de Saturno, mientras intenta que sobreviva Gaea —la criatura que es el satélite—, que está en riesgo. No sale bien parado en una comparación con Titán, pero al menos no es tan irrelevante como el volumen anterior de la colección. Por lejos, es el libro más extenso de Nebulae y un cierre no tan digno como merecía la colección.     


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