Ésta es la continuación del artículo que analiza título por título, todos los volúmenes de la segunda versión de la colección Nebulae. En esta ocasión vamos del 21 al 46.
21. La nave estelar (Non-stop,
1958), Brian W. Aldiss. 1978. 304 p. Traducido por Edith Zilli.
Clásico en el tema de las naves generacionales —naves que viajan
tremendas distancias galácticas por largos períodos, desarrollando
microsociedades—, describe una población que olvidó su misión original y tuvo
una regresión a etapas más primitivas de la civilización. Es la primera novela
de Aldiss, una de las mejores y más entretenidas.
22. La guerra interminable (The
Forever War, 1974), Joe Haldeman. 1978. 230 p. Traducido por Edith Zilli.
Si bien en la ciencia ficción la producción de novelas sobre la guerra
siempre fue importante, ya sea en tono bélico, pacifista o paródico, recién con
esta novela de 1974 el tratamiento sonó verosímil. Haldeman (1943), ex
combatiente de Vietnam, esquiva en La
guerra interminable los lugares comunes y presenta una visión convincente y
cínica de la alienación de los soldados con respecto al resto de la sociedad.
Fue la primera novela del autor y de una serie parcialmente publicada en
español. Obtuvo los premios Hugo y Nebula como mejor novela del año.
23. La máquina preservadora (The
Preserving Machine, 1969), Philip K. Dick. 1978. 200 p. Traducido por Norma B.
de López.
Philip K. Dick (1928-1982) es uno de los autores más leídos y
recomendables de la ciencia ficción, pero los cuentos cortos de su prolífico
primer período productivo han ido a la zaga de sus novelas en cuanto a logros.
Para su edición en español, la versión original fue dividida en dos partes, la
segunda correspondiendo al volumen 26 de la colección. La máquina preservadora incluye desde el primer cuento publicado de
Dick, “Aquí yace el wub”, hasta otros de mediados de su carrera. Estos dos
volúmenes constituyen la colección más importante de Dick en español hasta la
aparición de sus cuentos completos.
24. Tiempo de Marte (Martian
Time-slip, 1964), Philip K. Dick. 1978. 238 p. Traducido por Norma B. de López.
Segundo título consecutivo de Dick en la colección, Tiempo de Marte es una novela mayor
dentro de su producción. Se desarrolla en un Marte colonizado en el futuro
cercano, donde los protagonistas llevan adelante vidas rutinarias y miserables.
La novela está plagada de humor e ironía, y es mucho más entretenida de lo que
podría deducirse de este resumen.
25. Expedición a la Tierra (Expedition
to Earth, 1953), Arthur C. Clarke. 1978. 200 p. Traducido por Eduardo Salades.
Quinto y último libro de Clarke en Nebulae, muy superior a Relatos de diez mundos. Algunos de los
cuentos más conocido del escritor inglés están en este volumen: “El centinela”
(1951), que dio origen a 2001,
“Superioridad”, “Encuentro en la aurora” y “Lección de historia”. La narrativa
corta de Clarke envejeció menos que la de la mayoría de sus contemporáneos por
sus planteos filosóficos y morales y su contención en las descripciones
científico-tecnológicas.
26. En la tierra sombría (The
Preserving Machine, 1969), Philip K. Dick. 1978. Traducido por Norma B. de
López.
Tercer libro de Dick entre los últimos cuatro volúmenes de la
colección. Es la segunda mitad de la edición original de The Preserving Machine, colección de cuentos cuya primera parte es La máquina preservadora.
27. Un mundo devastado (Earthworks,
1965), Brian W. Aldiss. 1978. 144 p. Traducido por César Aira.
En un futuro no muy lejano, la Tierra se encuentra superpoblada y
contaminada, haciéndose imposible la vida en su superficie. La única salida
parece ser la solución final: eliminar población con una guerra nuclear. Novela
breve, irónica, menor en la producción de Aldiss. Sorprende que el traductor
sea Aira.
28. Tiempo anticipado (Time
in Advance, 1958), William Tenn. 205 p. 1978. Traducido por Antonio Ribera.
William Tenn (seudónimo de Philip Klass, 1920-2010) escribió durante
los años cincuenta y sesenta una ciencia ficción ingeniosa, imaginativa y
mordaz, especialmente pesimista sobre el futuro de la humanidad, pero su obra
quedó en el olvido para las nuevas generaciones de lectores. Este volumen reúne
cuatro novelas cortas.
29. Recuerdo todos mis pecados
(All my Sins Remembered, 1977), Joe Haldeman. 196 p. 1978. Traducido por
Jorge A. Sánchez.
El protagonista de la novela es un agente del gobierno que imposta —a
través de condicionamiento psicológico y cirugía plástica— a otras personas,
con fines políticos. Estos cambios de personalidad arrastran problemas
psicológicos y existenciales. Menos dinámica que La guerra interminable, se beneficia de su brevedad y economía de
situaciones.
30. Dimensión de milagros (Dimension
of Miracles, 1968), Robert Sheckley. 170 p. 1979. Traducido por Norma B. de
López.
Cuarto y último libro de Sheckley en la colección, y la única novela.
El protagonista gana accidentalmente un premio en el otro extremo de la galaxia
y, cuando emprende el regreso a la Tierra, descubre que hay varias, cada una
con características completamente distintas. Novela episódica, despareja, por
momentos brillante, muestras ciertas ambiciones filosóficas ausentes en los
libros de cuento del autor.
31. A través de un billón de años (Across a Billion Years, 1969), Robert Silverberg. 191 p. 1979.
Traducido por Carlos Gardini.
Considerada una novela destinada al público juvenil, pertenece al mejor
período de la obra de Silverberg. Relata la búsqueda de rastros de una
civilización superior a través de la galaxia, por parte de un grupo de
viajeros. Es más ambiciosa e ingeniosa de lo que podría esperarse por sus destinatarios
y tal vez por eso ha sobrevivido mejor al paso del tiempo que otros de sus libros con mayor repercusión.
32. Los genocidas (The
Genocides, 1965), Thomas M. Disch. 1979. 198 p. Traducido por Ariel Bignami.
A lo largo de más de cuatro décadas de carrera literaria, Disch
(1940-2008) desarrolló una obra vasta y variada, atravesando la ciencia
ficción, la fantasía, el terror, las historias para niños, el teatro, la poesía
y la crítica. En Los genocidas, su
primera novela, una raza alienígena, indiferente al destino de la humanidad,
siembra la Tierra con plantas gigantescas que, poco a poco, acorralan a los
últimos hombres, hasta su extinción definitiva. El final es uno de los más oscuros
en una historia de ciencia ficción.
33. Muerte de la luz (Dying
of the Light, 1977), George R. R. Martin. 1979. 299 p. Traducido por Carlos
Gardini.
Antes de que alcanzara la extraordinaria popularidad que le trajo la
saga “Canción de hielo y fuego” y la serie televisiva Juego de tronos, Martin (1948) tuvo una prolífica carrera dentro de
la ciencia ficción y la fantasía. Muerte
de la luz es su primera novela y presenta mundos coloridos y personajes
ricos en motivaciones. La historia describe un triángulo amoroso en un planeta
errante, durante un festival que celebra el acercamiento a un sol. Un clásico
menor.
34. Puente mental (Mindbridge, 1976), Joe Haldeman. 1979. 192 p. Traducido por Carlos Gardini.
Lo más interesante de esta novela es el manejo de la técnica narrativa
desarrollada por John Dos Passos e importada por John Brunner a la ciencia
ficción: alterna la narración directa, la que se hace con forma de entrevistas,
los fragmentos de libros, gráficos y otros materiales complementarios. La
historia en sí es una épica espacial sobre el contacto con alienígenas
inteligentes, con telepatía y transmisión de materia incluidos.
35. Universo de locos (What
Mad Universe, 1949), Fredric Brown. 1979. 257 p. Traducido por Félix
Monteagudo.
Clásico indiscutido, es la primera novela que hace una sátira de la
ciencia ficción. Fue escrita por Fredric Brown (1906-1972), un autor de culto
cuya obra completa de ciencia ficción fue recogida por Ediciones Gigamesh en
una cuidada edición. El protagonista, director de una revista de ciencia
ficción, es trasladado a un universo alternativo donde descubre que muchos
lugares comunes del género son reales, como los BUG (Bug Eyed Monsters,
monstruos de ojos saltones), muy frecuentes en la literatura pulp. Muy
recomendable.
36. Una guirnalda de estrellas
(A Wreath of Stars, 1976), Bob Shaw. 1979. 196 p. Traducido por Carlos
Gardini.
Un planeta de neutrinos pasa junto a nuestro mundo sin provocar
trastornos físicos, pero sí sociales y de conducta, además de poner en
evidencia que dentro de nuestro planeta habita otro de distinta materia, con el
que convivimos. El nordirlandés Bob Shaw (1931-1996) adscribió a la vertiente
hard de la ciencia ficción, pero eludiendo los lugares comunes. Se
caracterizaba por sus ideas muy ingeniosas, y hay varias de ellas en esta
novela.
37. En la cima del mundo (Up
the Walls of the World, 1978), James Tiptree Jr. 1979. 311 p. Traducido por
Carlos Gardini.
Ésta es una de las novelas más complejas que se publicaron en la
colección, un space opera con varios hilos narrativos y un especial interés por
las motivaciones de los personajes. Tiptree (seudónimo de Alice Sheldon,
1915-1987) fue uno de los escritores que encabezó la renovación de la ciencia
ficción en los años setenta, con una literatura inteligente que abordó con
frecuencia la temática de género. En los últimos meses el nombre de Sheldon se
vio opacado por la confirmación de que lo que se creía un pacto suicida con su
esposo en realidad fue un asesinato seguido de suicidio.
38 y 39. Lo mejor de Henry Kuttner
(The Best of Henry Kuttner, 1975), Henry Kuttner. 207 + 223 p. Traducido
por Arturo Casals.
La versión original en inglés de este The Best fue dividida en dos para la edición en español. Lleva
prólogo nada menos que de Ray Bradbury, reconocido admirador de la obra de
Kuttner (1915-1958), quien publicó decenas de cuentos y un puñado de novelas en
los cuarenta y fines de los cincuenta, cuando murió prematuramente. Autor poco
recordado hoy en día, sus cuentos recorren todo el espectro de calidad posible.
Por suerte, por las características de la antología, tenemos su mejor producción:
relatos que combinan humor, ingenio y un dinámico pulso narrativo. Uno de los
puntos altos de Nebulae, nunca reeditados.
40. El alma del robot (The
Soul of the Robot, 1974), Barrington J. Bayley. 220 p. 1980. Traducido por
Arturo Casals.
Aunque Bayley (1937-2008) es casi un desconocido fuera de Gran Bretaña,
fue uno de los escritores de ciencia ficción más respetados entre sus colegas
británicos. En su obra desarrolla con inusual profundidad planteos lógicos,
físicos y matemáticos, no siempre bien envueltos en elementos narrativos. Esta
novela, parte de una duología llamada “Robot Jasperodus”, trata el tema de la
consciencia y la autoconsciencia a través de la indagación sobre sí mismo por
parte de un robot. En la misma línea que Tik
Tok de Sladek, pero con menor profundidad. Durante muchos años fue el libro
de Nebulae que se conseguía con mayor facilidad en Argentina.
41. La mente del señor Soames
(The Mind of Mr Soames, 1961), Charles Eric Maine. 234 p. 1980. Traducido
por Arturo Casals.
Maine (1921-1981) fue primero un fan activo antes de la Segunda Guerra
Mundial, y luego un escritor profesional del montón que abordó ocasionalmente
la ciencia ficción. En esta novela se describe la educación de un hombre que ha
pasado los primeros treinta años de su vida en coma. Lo único que puede
explicar su publicación en esta colección es que fue la base de una película de
cierto éxito con Terence Stamp y Robert Vaughn.
42. Cantos estelares de un viejo primate (Star Songs of an Old Primate, 1978), James Tiptree, Jr. 272 p. 1980.
Traducido por Arturo Casals.
Colección de relatos que reúne algunos de los mejores de Tiptree como
“Houston, Houston, ¿me recibe?”, premios Nebula y Hugo. Están presentes los
temas esenciales de la producción de la autora: género, sexualidad y el sentido
de la muerte. Otro de los puntos altos de Nebulae.
43 y 44. Novecientas abuelas y
Los
seis dedos del tiempo (Nine
Hundred Grandmothers, 1970), R. A Lafferty. 181 + 170 p. 1980. Traducidos por
Matilde Horne.
Describir la ficción corta de Lafferty (1914-2002) es un desafío importante:
no respeta pautas de género, a veces ni siquiera de lógica narrativa, se sirve
irrespetuosamente de mitos, manipula códigos, crea situaciones surrealistas y
las lleva hasta extremos sorprendentes. Sólo por accidente se lo publicó en los
medios del género. Su lectura es apasionante si está bien dosificada. Ingeniero
eléctrico de profesión, este volumen originalmente publicado en inglés como uno
solo reúne lo mejor de su obra corta. Junto con Moderan de David Bunch, estos libros de relatos inclasificables son
lo más singular de esta Nebulae.
45. Condicionalmente humano (Conditionally Human, 1962), Walter
Miller Jr. 201 p. 1980.
Traducido por Néstor Dietrich.
Walter Miller (1923-1996) es recordado por la clásica novela de ciencia
ficción Cántico a San Leibowitz. Su
obra de género fue escasa pero importante y se publicó toda en los años
cincuenta. Los tres relatos que integran el libro están por encima de la media
de la época, aún si hablamos exclusivamente de autores reconocidos. Incluso uno
obtuvo el premio Hugo. Como curiosidad, la historia que da título al libro está
traducida de otra manera dentro del volumen: “Humanidad condicional”.
46. Sueños infinitos (Infinite
Dreams, 1978), Joe Haldeman. 230 p. 1980. Traducido por Arturo Casals.
Esta primera colección de cuentos de Haldeman reúne lo mejor de su obra
corta de los setenta, obra menor en relación con sus novelas. La selección es
variada, e incluye comentarios del autor sobre los textos. Haldeman se
encontraba en ese momento en la cresta de la ola y Nebulae hizo mucho para
difundirlo en español.
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